miércoles, agosto 31

Juan en El Salvador con diamantes

El ojo privatizado

Desde La Cumbre, el amigo Roger Koza me hace llegar este breve ensayo.

CINECLUB CON LOS OJOS ABIERTOS Y CINECLUB COSQUÍN
El ojo privatizado: la americanización de una experiencia
por Roger A. Koza, 29/08/05

El otro molesta, incomoda, aparentemente. El otro que masca su pochoclo, que se inclina, que osa poner sus pies en el respaldo delantero. Ese otro también ríe en pasajes que no entiendo. Está a mi lado, atrás, al fondo, incluso en la segunda fila, se desparrama frente a la pantalla: ¿qué ve? Hay alguien en la oscuridad que ve lo mismo que yo aunque parece ver otra cosa. ¿Por qué no evitar al lejano? Es la hora del cine en casa. ¿Usted ya compró su home theater?
Existe un cortometraje llamado
Por primera vez. Su responsable es Octavio Cortázar, un realizador cubano. En 1967 Cortázar registra la labor de un cinemóvil en tierras cubanas. La revolución recién ha comenzado, y la cultura es un bien y un derecho colectivo.
Cortázar entrevista a los habitantes de Las Mulas, zona rural, periférica, dignamente humilde. La mayoría de los campesinos no han visto jamás una película. Se les pregunta qué entienden por cine. Una mujer dice que allí se puede ver mujeres hermosas, matrimonios, batallas, lugares desconocidos. Cortázar dedica el último tramo de
Por primera vez a mostrar la primera mirada de un pueblo ante una imagen. Sí, miran el pasaje del tiempo condensado en luz, definición física y (meta)física de la imagen en movimiento, es decir del cine. Probablemente no lo entendieron así, pues la escena se circunscribe a descubrir en la mirada de esa gente la esencia popular del cine, la fascinación de ver junto a otros aunque en plena soberanía de si mismos, imágenes del mundo, lo otro del mundo, su alteridad. Así, los niños, las madres y los campesinos perdían su virginidad cinematográfica. Ojos brillantes, sorprendidos e hipnotizados quizás, por un Chaplin que mastica mecánicamente un choclo en Tiempos modernos. El último plano de Por primera vez es conmovedor. Una panorámica permite ver la oscuridad infinita de la aldea en contraste con una luz, la del cine, en el centro exacto del encuadre. El pueblo reunido por el cine, en el cine.
Es este tipo de experiencia colectiva lo que está por extinguirse ante la supuesta democratización del cine en casa. El fin de un ritual en la penumbra en donde muchos desconocidos de un pueblo o una ciudad se reúnen, allende de los intereses particulares, pertenencia de clase, y gustos personales, a constatar y rememorar, incluso bajo la excusa del entretenimiento, una promesa, tal vez la verosimilitud de una esperanza de que otro tipo de vida es posible.
Se podría objetar diciendo que todavía la gente ama ir al cine, como lo confirman las largas filas de los multiplex que organizan un tipo de programación cada vez más alejado de un cine como experiencia de mundo. En efecto, imagínese una versión de
Por primera vez proyectando el sadismo pop de Rodríguez y su postfotográfica La ciudad del pecado. Sea como fuere el futuro del cine es dudoso, tanto en su producción como en su consumo, si quiere utilizar un vocabulario en consonancia con la ideología dominante.
En efecto, así como un modelo narrativo, el de Hollywood, se impone triunfalmente, su correlato arquitectónico, la “multiplexación” de las salas, deviene en norma y costumbre. La aparición del
home theater, su ostensible éxito de venta, es la continuación de una lógica cultural determinada que se inicia con la erosión y reemplazo de la sala de arte por el multiplex, hasta coronarse ahora en su versión miniaturizada, el home theater. En otras palabras, aquello que el genial realizador Jacques Tati advertía en Jour de Fete en 1947 como la americanización del mundo puede verificarse en estas fases sucesivas de la historia de cómo vemos cine y en dónde se lo recepciona. ¿No es la naturalización de este único sistema narrativo llamado Hollywood, la conversión y conquista casi irreparable del cine como una sucursal metalingüística del inglés?
La americanización del cine (y del mundo) es estructuralmente eficiente. Primero la consolidación de una gramática única: el cine se escribe de una sola manera. Después la aspiración de una pragmática: el cine se lo ve de un modo exclusivo. El
home theater es el dispositivo perfecto de una ideología victoriosa, la americanización del ojo en su máxima pureza.
Entonces: un sujeto atomizado mira cómodamente una película. Está solo en su mundo. Protegido y domesticado por su espacio familiar no se atreve a pasar del otro lado de la pantalla, el lugar de la alteridad. Una soledad sin pueblo. Un cine sin pueblo.

Copyleft 2000-2005
Roger Alan Koza /Con los ojos abiertos
Todos los derechos reservados

martes, agosto 30



Ayer, en el vestuario de la pileta, tuve una entrada de blog.
Al rato, lo que tenía
era un cuento.

Bacon


En Río Místico su contenido policía aportaba mucho más que los mohines tragicoides, sedientos de óscar, de Penn y Robbins. Su cara de nene grande ya había empezado a arrugarse con disimulo, como avisando tímida el paso de los años. En el rostro de Walter, el torturado perseguidor de lolitas de El hombre del bosque, esas grietas sutiles dibujan un amor contrahecho de tan ambicioso. La angustia de “querer ser normal” sin poder olvidar eso que reza un graffitti de esta ciudad (y de todas): visto de cerca, nadie lo es.

domingo, agosto 28

- A ver, alguien que me diga: ¿cuántos tipos de migraciones hay?


- Eehhh... ¡Dos: de personas y de aves!

sábado, agosto 27


Con el barrilete Luzi de nuevo en tierra, la policía sotoide troca vergüenza por prestigio.
El gobierno, se anota un poroto de campaña.
La prensa, disimulando apenas, llena sus páginas con el thriller chupaborceguíes.

jueves, agosto 25

Palabra de Tweety


—Sí, soy un gran goleador, en serio. Porque tengo oportunismo; porque en un partido en el que no vengo bien, toco dos o tres pelotas y la meto, no me apuro para definir, encuentro los espacios... O por hacer goles que abren partidos, como el que hice el otro día ante Estudiantes... Y porque más o menos fui el abanderado del gol de todos los clubes donde jugué.
—¿Qué te faltó, entonces, para triunfar en un club grande siendo un gran goleador?
—Yo creo que en todos los clubes en los que estuve me fue muy bien. En la mayoría tuve un gran paso. Siempre cumplí con la cuota de gol. Y con los años agarré experiencia y me transformé en un jugador completo.
—¿Cómo es eso?
—Yo me siento un jugador muy completo. Asisto, aguanto la pelota, arrastro marcas, descargo, defiendo en pelotas paradas... Cosas que otros goleadores no tienen. Y cosas que te hacen un jugador muy completo.
—No fuiste nunca goleador de un torneo, ¿sentís que éste es el momento justo?
—Sí, pienso que éste es el momento para ser goleador. Estoy bien físicamente, y muy claro de arriba. Y tengo muchas ganas. Yo me divierto jugando a la pelota. No entro pensando ''a éste le voy a dar una patada''. Transpiro los días antes del partido, durante la semana pienso con quién juego, cuántos goles voy a hacer y de qué manera... Parezco un chico, vivo el fútbol como al principio.

(De Silvio "Tweety" Carrario, astro secreto del fútbol argentino, a Olé.
¡Gracias, Mur!)

Apellido




Un pariente célebre de fantasía.
Y de Fantasía, la revista.






No sé qué tan distinta será la virtualidad internética de la fantasía, pero que lo es, lo es. Otra de mis diferencias con el cabo es que él es medio indio: nada que ver con el Piamonte de mis ancestros. Dicen que su creador le puso así por un compañero que tenía en la Editorial Columba. Con éste sí capaz que tengamos un parentesco menos fantasioso. Pero la fantasía acecha en varios umbrales, el cabo no me deja desmentirla.

Pongo el apellido, entonces. Este medio es nuevo y voy tratando de entenderlo, no es ninguna novedad que mi tránsito conlleve vacilaciones. Que quizás estén en la mismísima esencia del soporte, cotidiano, escurridizo, acertadizo, equivocadizo.

Al principio no me parecía tan importante el apellido. Hoy, sin embargo, el correr de las entradas propias y ajenas me lleva a cambiar de parecer. Sigo creyendo que la firma no es tan importante, que el seudonimato o anonimato son otras variantes del medio que bien pueden ser válidas (ahí están, por caso, algunos de mis links).

Pero hablando de este blog del que soy responsable, bueno, he estado pensando. Si yo quiero poner en una entrada que Christian, el conductor mañanero de la FM 100 (banda de sonido de esta oficina), presenta cierta hermosa canción diciendo: “Golpeando las puertas del cielo, o lo que es lo mismo, tocándole las bolas a San Pedro”, y que por eso me parece un Midas imbécil de la locución que convierte en mierda todo aquello de lo que habla... bueno, si quiero decir algo así en una entrada, quizás mi nombre completo no haga mucha falta.

Y supongo que en general ha de ser así, bastante de mayor o menor trivialidad ha de haber tanto en esta miel como en este cuchillo. Por más sanmarcoserrana que pueda ser aquélla, y por más toledano que pueda ser el acero de éste.

Ocurre, sin embargo, que a veces la intención no es nada trivial. Si yo quiero decir, por ejemplo, que el editorial de La Voz del Interior de hoy me parece infame por su manera de pedir represión a la disidencia piquetera escudándose en un elogio demagogo de la disidencia universitaria (Ámbito, Infobae y La Nueva Provincia al menos ponen sus derechismos sobre la mesa sin ambages), recurriendo a terminologías difusas del tipo “ultraderecha”, “ultraizquierda”, “confrontación sin retorno” y “mayoría de la sociedad”... si quiero decir cosas así, no puedo menos que bancármelas con nombre y apellido.

Aparte (e insisto, hablo nomás por mí), está el debido respeto a quienes aquí se están llegando y recién hoy se enteran de mi parentesco con el cabo.

Alguien opinará quizás: tardó en darse cuenta.
- Valeu -dirá el cabo Savinho.

miércoles, agosto 24

Recomendada

Para argentinos con cable (I-Sat),
esta noche a las once
y la del sábado a las dos y cinco,



Todo sobre mi padre

(Even Benestad, 2002),

la increíble historia

del gran

Esben

Benestad.

Manhattan

Quedarse dormido con esta escena...

... es promesa de buenas noches.

martes, agosto 23

Hay dos clases de denuncias. Algunas, las más frecuentes en la Argentina, son genéricas, como las lanzadas por quienes por motivos presuntamente ideológicos acusan a sus adversarios de haber arruinado el país, mientras que otras podrían calificarse de puntuales porque aluden a delitos que en teoría deberían merecer un castigo penal. Una denuncia de este tipo es la que formuló el piquetero oficialista Luis D’Elía cuando dijo que el ex presidente interino Eduardo Duhalde encabeza “un gran cartel de la droga” que es activo “no solamente en la producción sino en el transporte desde y hacia países vecinos”. Para rematar, insistió en que “ droga y duhaldismo son dos caras de la misma moneda”.
(...)
¿Se emprenderá una investigación auténtica de la hipotética conexión del duhaldismo con los carteles de la droga, una suposición que por cierto no fue inventada por D’Elía? Los primeros en impulsar una deberían ser los duhaldistas mismos, pero por ser cuestión de integrantes de un “aparato” aglutinado sólo por intereses personales sería poco probable que aceptaran correr semejante riesgo. Al fin y al cabo, de estar en lo cierto Transparencia Internacional y otras organizaciones que con regularidad deprimente nos informan que la Argentina está entre los países más corruptos del planeta, comparable en dicho ámbito con Nigeria y Paraguay, sería asombroso que ningún político bonaerense significante estuviera vinculado con los carteles multimillonarios que están operando no sólo en toda América latina sino también en Europa, Estados Unidos y Canadá.


(Editorial, La Mañana de Córdoba, 23/8/05)

La noche del 10

... o lo aburrida que puede tornarse la vida de un drogo "rehabilitado".

En fin, no esperaba otra cosa.

lunes, agosto 22

- Maaaa...
- ¿Qué, nene?
- ¿Qué es una pirámide?


Anárquica

Segual/12

Al final si el facho no pide perdón, palo; y si pide, palo también.

¡A ver si se animan a mandarse alguna macana
en el juicio a la banda del Porteño Luzi!

¡Je! ¡Chiquito Sota no es ningún gil de goma!

Escribir sobre Los muertos (Lisandro Alonso, 2004) es fácil y difícil al mismo tiempo. Fácil por la imponencia evocativa de sus imágenes morosas. Difícil por el riesgo de arruinarla con palabras inútiles.
Pero son precisamente sobre la inutilidad las incógnitas que se asoman y esconden alrededor de Argentino Vargas y su bote. Inutilidad de todo vínculo, de todo legado, de todo viaje. Y entre tanta inutilidad, en lo hondo del instante, la cámara capta de pronto un detalle menos insignificante de lo que creíamos.
Hay algo terrible y terminal agazapado tras el escándalo verde. Un secreto demasiado palpable. Una siesta chorreante y roja.

Bye Bye, Humbert Humbert!


Los pétalos de las flores se abren y
una nueva primavera nace.
Bajo este cielo azul, mi niñez va quedando
atrás, cual blanca y libre gaviota
echa a andar sola al mar.
Hoy cumplo 15 años y quiero invitarte a vivir
y compartir este momento tan especial conmigo.
♀ ♀ ♀ Florencia ♀ ♀ ♀
Te espero el 20 de agosto a las 21:30 hs.
en Salón Complejo Shangai
(P. Baja)
Sol de Mayo 285
Horario de finalización: 05:00 hs.

sábado, agosto 20

Chocolate por la noticia


En estos días, las fuerzas de seguridad de Córdoba aparecieron protagonizando episodios de impacto político. Así, después del acuartelamiento, sobrevino la fuga de Martín Luzi, "el enemigo público número uno". Difícilmente puede recordarse una fuga tan anunciada: no sólo la anticiparon rumores por lo bajo, sino que incluso estas páginas dieron cuenta de la alerta.
El episodio desnuda una tenebrosa realidad: existe, de algún modo, un poder clandestino enquistado en las sombras; de otra manera, no podría explicarse semejante fuga. Y esto no sólo representa una enorme mancha en la gestión del gobierno de turno, sino un motivo de aprensión para toda la sociedad cordobesa, que debe preguntarse en manos de quién está la seguridad.

(Alejandro Mareco, Albures Argentinos, 20/8/05)

viernes, agosto 19

Taller Literario Zimmer. Hoy: Ciro de Los Piojos













Un tallerista debe estar bien dispuesto para recibir a sus clientes, pero no era ésta la mañana más adecuada para que Beto Zimmermanni cumpliera con la regla. Ecogas y EPEC le habían descubierto sendas conexiones truchas de gas y luz, y ahora debía concurrir a oscuros estudios de abogados para emprender la financiación de las deudas. Esto en el mejor de los casos, ya que el literato aún no podía encontrar al padre de su ex mujer, único candidato a garante posible. Menos mal que todavía no lo aquejaba el interrogante de cómo juntar la plata; si no, sus nervios habrían dicho basta.
A punto de estallar estuvieron éstos, sin embargo, cuando Beto oyó una voz conocida desde el mostrador del Royal:
- Buenas jefe, ando ganas de encontrar a Denis Rusós.
Mientras trataba de contener la indignación, Zimmer rezongó por lo bajo: “Puttta, che... ¿Justo me tenía que caer el que escribió la peor letra de los últimos tiempos?... ¿Por qué de última no habrá venido el otro Ciro, el de Attaque, que por lo menos hizo la segunda y la tercera?...”
En ese momento llegaba Martínez a su mesa, con la mano extendida.
- Don Beto –le decía-, máster de los másteres, un placer poder tomar una ginebra con gente despierta.
- Esta sí que es Argentina... –suspiró Zimmer, dándole una mano blanda, desanimada.
- ¿Cómo dice, Beto?
- Nada, nada... Sentate, haceme el favor...
- ¡Pero cómo no, fiera! ¡Ya pedí birra y dos ginebritas, para hacer ying and yang!
- Qué ying and yang.
- Ying trago ginebra, yang trago cerveza, qué tal, je...
- No me contés en ésa. Ginebra y listo para mí.
El silencio tenso que siguió lo cortó Gervasio, el mozo, trayendo lo pedido. Ciro se sirvió lo suyo y propuso un brindis. El tallerista aceptó de regular gana.
- Bueno, don Zimmer –encaró el piojo-, ¿qué tendrá para mí?
- Atendeme una cosa: ¿qué tenés que meterte con los ídolos de las personas, vos?
- Per... Cóm... ¿Qué ídolos...?
- Claro, si vos ni te das cuenta, para qué te digo...
- Disculpe, don Beto, pero no le entiendo nada.
- Si, no sólo a mí, no me entendés nada, vos...
- Bueno, Zimmer, no se pase, ¿eh?
- ¡Que no me pase las verijas, che rockero chabón y que te recontra! ¡Qué tiene que ver el Parkinson de Cassius Clay con las chinitas tecno que vos te andás levantando por ahí!
- Ah... por eso me lo dice...
- ¿Con qué cara te burlás de un grande, vos? ¡Te tenés que hacer gárgaras con Mr. Músculo antes de cantar sobre Ali!
- Bueno, Beto, yo no sabía...
- Claro, vos no sabías... Oíme: yo estuve en un recital tuyo. Estaba lleno de pibes chicos, ocho, nueve, diez años. ¿Esos son los ejemplos que les das? Yo de chico veía siempre con mi viejo, que en paz descanse, los combates del más grande entre los grandes... Contra Frazier, Liston, Foreman en Zaire, ¡Bonavena!... ¡Y vos te machacás las neuronas con porro, éxtasis y birra y les secás la mente a las nuevas generaciones!
- Disculpe, Beto... no fue mi intención...
- Tomatelás, Martínez, haceme el favor, ¿ah? Mandate a mudar.
Se tuvo que ir el piojo, entonces. Gervasio se acercó a la mesa.
- Qué poco profesionalismo el tuyo, Denis... Espantás los clientes, ¿no te das cuenta?
Zimmer se zampó los dos vasos de ginebra y se quedó mirando por la ventana.
- Es que ya no hay respeto, che... Y yo tampoco soy de hielo, qué querés que le haga...
- Qué sé yo, macho, tené un poco más de paciencia...
- Quevacer, Gervasio... El sabor del desencuentro, que le dicen...

martes, agosto 16

Nosotras vs. Ellos

El match es al mejor de tres partidos, dos a 24 y un eventual chico a 18.

Ya en el arranque, Nosotras meten un envido y un vale 4. En las manos siguientes es asombrosa la pobreza de cartas que reciben Ellos, mientras que Nosotras no bajan de 28 para el primero y siempre tienen por lo menos dos de las más fuertes para el segundo.
Al entrar Nosotras en las buenas con Ellos en 2 de las malas, Nosotras 1 comienza a mostrar una actitud canchera y socarrona que las sucesivas ventajas mano tras mano no hacen más que alimentar. Nosotras 2, más recatada, disfruta con calma.
En un momento, con el marcador 6B a 3M, Nosotras 1 le gana un envido 31 a 30 a Ellos 1. Al final de la mano, no muestra los puntos. Ellos 1 se lo señala, y tras una corta discusión se resuelve perdonar el desliz a Nosotras 1 por su corta edad.
El primer partido llega a su fin con suma rapidez: 12B a 4M.

La dimensión de la paliza lleva a Nosotras 1 a asegurar que ganarán el match con Ellos sin dormir adentro. Ellos 2 pierde entonces toda contemplación respecto a los veinte años menos de sus rivales. A pesar suyo, debe reconocer que Nosotras 1 le está cayendo como una pendeja de mierda. Su compañera Ellos 1 no está tan caliente, pero también se empieza a tomar la cosa muy en serio.
Sin embargo, de poco les sirven las caras de perro: este partido se presenta no tan negativo como el anterior pero más o menos igual. Ellos 2 culpa una y otra vez a la mala suerte, pero también es cierto que el nerviosismo lo hace incurrir en errores. Ellos 1 lo sabe pero no se lo dice. Por otra parte, es indudable que Nosotras han hecho su diferencia a base de astucia y concentración.
Con Nosotras ganando 3B a 5M, Nosotras 2 canta “truquiño”. Ellos 1 quiere irse al mazo, pero Ellos 2, antes, le señala a Nosotras que éste es un juego de palabra y por lo tanto hay es preciso hablar claro. Después de la aclaración, acepta irse al mazo: es poco y nada lo que tiene.
Un momento memorable es la primera vuelta de la siguiente mano. Ellos 2 pone el siete de oros. Nosotras 2, el de espadas. Ellos 1, tras cantar un envido y serle negado, pone la hembra. Nosotras 1, exultante, exhibe el ancho. Ellos quedan desconsolados. Nosotras 1 les dice que pierdan las esperanzas porque todo lo jugado demuestra lo cracks que ellas son. Ellos 2 replica que lo pasado pisado está y que las cartas más importantes son las futuras, por lo que menos blablá y a seguir jugando.
En la mano siguiente, Ellos reciben cartas más o menos buenas para el truco, pero Nosotras no se lo aceptan. Ellos 1 se queja: ¡nos tenemos que desangrar para conseguir un punto! Risas: amargas por un lado, burlonas por el otro.
De pronto, Ellos meten un envido y un retruco y entran en las buenas. Sin embargo, en la mano siguiente Nosotras se adelantan en el marcador, poniéndose 8B a 2B.
Luego Ellos 1 grita un envido. Nosotras 1, confiada y sonriente, lo redobla. Son los 4 puntos para ganar el match: Ellos 2 se niega a aceptar, pero Ellos 1 confía en sus cartas y da el quiero 30.
31 son mejores, le dice Nosotras 1. Son buenas, dice un derrumbado Ellos 2, y Nosotras comienzan a emitir grititos agudos mientras Ellos 1, resignada, tira sus cartas y se levanta para irse a la cama.
En ese interín, Ellos 2 advierte que Nosotras 1 no muestra aún sus puntos. Mientras la mira abrazarse con su compañera mesa de por medio y con dos cartas en la mano derecha, piensa enfebrecido: ¡que no muestre los puntos, por favor que no los muestre!
Nosotras 1 tira por fin las cartas boca abajo sobre la mesa, y Ellos 2 por poco no da un salto: ¡No mostraste los puntos!, grita eufórico. Ellos 1 vuelve corriendo de la pieza, y agrega: ¡Estabas avisada!
Nosotras se miran atónitas. Los 4 puntos van para Ellos y el partido sigue. Marcador: 8B-6B.
En la mano siguiente, tras un envido no querido a favor de Ellos, Nosotras cantan un vale 4. Ellos temen y desisten, por lo que Nosotras quedan 11B-7B, a un punto de la victoria.
Ellos 2 comenta: estamos obligados a aceptarles todo. Nosotras 1, entonces, les tira risueña el envido. Ellos 2 le responde real envido.
Quizás por el calor del momento, quizás por mera inexperiencia, Nosotras desconocen que gritando la falta el puntaje en juego baja a 1. Se quedan en el quiero, y se canta: Nosotras 2, cinco; Ellos 1, siete; Nosotras 1, veintiséis.
Ellos 2 mira sus 27 por un segundo de callada emoción, y los pone sobre la mesa gritando: ¡ganamos el partido!
Nosotras, aturdidas, recién entonces se dan cuenta: con esos puntos, el marcador queda 12B-11B a favor de Ellos.

El chico arranca con un envido y un retruco ganados por Ellos. Nosotras se desaniman y juegan sin ganas, lo que deriva en mero trámite: 9B a 5M, y match para Ellos, que se levantan y festejan. Nosotras, quietas en sus sillas, extrañadas, sonrientes, contemplan el feliz beso.

El visitante de Nick Cave

Hace unos cuatro años, yo estaba tocando con los Bad Seeds en el Glastonbury Festival. De golpe empezó a llover a cántaros. Yo estaba en la puerta de mi trailer observando cómo el nivel del agua subía y subía y enseguida me llegó a las rodillas. Mi trailer empezaba a inundarse y entonces vi en la distancia un botecito que se acercaba y en el que venía remando un hombre con uno de esos impermeables de plástico con capucha. Supuse que venía a rescatarme. El bote llegó hasta mí y el tipo extendió una mano en la que el pulgar tenía una uña muy larga. La mano es suave y está muy fría y no es que quiera ayudarme a subir al bote. La mano quiere que la estreche, eso es todo. Le doy la mano al hombre y el hombre, que es Bob Dylan, me dice: "Me gusta lo que haces". Después hace girar al bote y se aleja remando hasta su propio trailer.

sábado, agosto 13

Truchería de la Provincia



Según la noticia, el caco más renombrado de Córdoba se mandó una “espectacular fuga” de la cárcel más moderna de la provincia pocos días antes de tener que ir a juicio, y es “intensamente buscado” por la policía.

La sección Policiales de los diarios vendría a ser algo así como la continuación de la sección Espectáculos por otros medios. Según una vieja leyenda urbana, Héctor Ricardo García, el mentor y dueño de Crónica, un día estaba desesperado porque le faltaba una noticia en primera plana. Con el cierre encima, mandó a un empleado a que se tragara un poste con un vehículo de la empresa: listo el pollo, ya estaban el titular y su respectiva nota interna.

En general, dentro de la sección Policiales, una noticia importante se desglosa en nota principal, y columna de opinión. La primera ofrece una crónica pretendidamente “objetiva” de los hechos. La segunda está a cargo de esos paradigmáticos conocedores de mucho más de lo que publican, llamados “periodistas especializados”.

Según lo que muy pero muy veladamente sugiere el especialista, la “fuga” no parece haber sido muy espectacular que digamos (¿o en cierto sentido sí?). Tampoco da la sensación de que toooooooda la Policía lo ande buscando intensamente al muchacho.

viernes, agosto 12

Chucky: ¡Cállense todos! ¡Ya basta, me hartaron! ¡Mi tolerancia tiene un límite!
Tiffany: ¿De qué estás hablando?
Ch.: Mira a tu alrededor, Tiff. Esto es una locura. Y eso que yo tengo una gran tolerancia a la locura. Si hay que hacer esto para ser humano, prefiero seguir como muñeco poseído sobrenaturalmente: es menos complicado.
T.: No puedes hablar en serio.
Ch.: ¡Hablo muy en serio! Piénsalo: ¿qué es tan bueno de ser humanos? Te enfermas. Envejeces. Ya no se te para. No, no es algo a lo que yo aspire.
T.: Pero... yo quiero ser Jennifer Tilly... quiero ser una estrella...
Ch.: ¡Y yo no quiero ser tu chofer! ¡Como muñeco, soy una mierda infame! ¡Soy uno de los degolladores más célebres de la historia! ¡Y no quiero renunciar a eso! ¡¡¡Soy Chucky, el muñeco asesino!!! ¡¡¡Y me encanta serlo!!! Tengo todo lo que quiero: una esposa bellísima, un hijo multitalentoso. Así es como soy, Tiff. Éste soy yo.

jueves, agosto 11

¿De qué estás hablando, Willis?


Según incontables manuales de periodismo, las imágenes en la prensa gráfica (fotos, dibujos, collages, fotomontajes, etc.) pueden funcionar como un original vehículo de opiniones. Se dice que, en ocasiones, vienen a expresar impresiones que los textos, por uno u otro motivo, no quieren o no pueden permitirse manifestar, ampliando de ese modo el, por así llamarlo, horizonte editorial de cada medio.
Traigo todo este rollo comunicadoril a colación de una pregunta que ya llevo años haciéndome: ¿nadie le ha dicho a Delorenzi, el dibujante-fotomontajista de La Voz del Interior, que sus producciones con mapitas de Argentina no sólo son horribles, sino que además cada vez se sabe menos qué carajo quieren decir?
La rayuela de arriba es apenas un eslabón de esta cadena hartante. Repasemos algunos otros: Argentina-felpudo, Argentina-media res colgada de gancho, Argentina-trozo de tierra resquebrajada, Argentina-nube, Argentina-mancha de vaca, Argentina-papel higiénico colgando del rollo...
Me gustaría agregar algo sobre las caricaturas políticas “sabatescas” de Delfini o la columna diaria de Jericles, pero no hay forma de hallarlas en la edición electrónica del diario, ni de que esta oficina invierta en un escáner.

miércoles, agosto 10

De la tele

EL VICEPRESIDENTE SCIOLI INAUGURÓ OBRAS EN EL ORTONDO
(Crónica TV, 8/8/05, 23:13)

Mmmffrrghhquéricomffgrgh...


La espiral infinita del consumo de dulces me encamina hoy hacia la Mini Torta Brownie de Águila, eufemismo marketinero por alfajor triple águila brownie: “hecha de masa brownie, con doble relleno de dulce de leche y mousse de chocolate, bañada también con chocolate Águila y cubierta de riquísimas granas de chocolate”. En el futuro cercano, es probable que le haga al de coco.
Pocos encantos más fugaces que los que generan las golosinas: la entrada de un blog sería uno de ellos.
Sí, recordar Hiroshima además de Auschwitz.
También recordar Dresde.

martes, agosto 9

Niño en la oficina

- ¿A qué hora cierran?
- A las siete.
- ¿Hoy es las siete?

Hombre de corazón ebrio

Soy un hombre de corazón ebrio
mi vida es tan miserable
Soy el pobre hombre de corazón ebrio,
mi vida es tan miserable.
Si sólo pudiera cambiar mi modo de vivir
significaría tanto para mí

Fui porfiado y fui arrastrado
desde que dejé la casa de mi madre

Fui porfiado y fui arrastrado
desde que dejé la casa de mi madre
Y no consigo entender por qué
no dejo a esas malas mujeres en paz

Mi pobre padre murió y me abandonó
y mi madre hizo lo mejor que pudo
Mi pobre padre murió y me abandonó
y mi madre hizo lo mejor que pudo
No hay hombre que no ame ese juego que llamás amor
pero no, hombre, no hay nada bueno en eso

Soy el pobre hombre de corazón ebrio
y el pecado fue la causa de todo
Soy un pobre hombre de corazón ebrio
y el pecado fue la causa de todo
Pero el día que te debilites por las malas mujeres

será de seguro el de tu caída

(Robert Johnson, 1937)

La muerte de Robert Johnson


Un día de agosto de 1938, Robert dejó su hogar de Helena, Arkansas, y se dio una vuelta por Robinsonville para ver a su familia antes de partir lejos hacia el sur, a la zona del Delta, donde tenía algunos shows concertados.
Fue en un tugurio de Three Forks, un paraje aledaño a Greenwood, Mississippi, donde Robert cumplió con su último compromiso de trabajo. Durante las dos semanas que pasó en esa zona, él había entablado relación con una mujer a la que otro hombre reclamaba como suya.
Era una ocupación peligrosa la de músico por aquellos días: los colegas te odiaban si tocabas mejor que ellos; las mujeres te odiaban si ponías tu ojo en alguna otra; y los hombres te odiaban si las mujeres te amaban. Un gran músico debía ser cuidadoso, especialmente si no le importaba de quién era la mujer a la que se dirigía. Y Robert se destacaba justamente por ese desinterés.
Robert Johnson y
Honeyboy Edwards habían tocado en el principal bar de Greenwood durante un par de semanas, dedicando los sábados a la noche a presentarse en la parada rural de Three Forks.
La mujer de la que Robert se hizo amigo allí, resultó ser la esposa del hombre que manejaba el tugurio. Ella, precisamente, había estado viajando los lunes a Greenwood para verlo.
La noche del sábado 13 de agosto de 1938, Robert y Honeyboy se presentaban en compañía de
Sonny Boy Williamson II, popular y familiar cancionista vagabundo. Honeyboy no llegaría hasta pasadas las 10 y media. Para entonces, Sonny Boy y Robert ya habían cumplido con sus actuaciones. Sonny Boy ya se había ido, mientras que Robert jamás volvería a tocar su grandioso blues.
El músico
Houston Stackhouse no estuvo allí entonces, pero habiendo sido muy cercano a Robert, se mostró curioso acerca de la muerte de éste. Como también era amigo de Sonny Boy, luego de un tiempo de pesquisas logró reconstruir los eventos de aquella noche fatídica.
El relato de Stackhouse fue verificado por el mismo Honeyboy, por lo que puede decirse que sabemos a ciencia cierta cómo fue que Robert Johnson encontró su destino final.

Esa noche se ofrecía una gran velada de música y baile en el local, con las presencias de un gran guitarrista más un excepcional armoniquista, ambos exhibiendo sus respectivos estilos de
blues del Delta.
Uno podría imaginar que la ocasión ofrecía una sana rivalidad de talentos musicales, pero a medida que avanzó la noche, fue más bien un tipo más turbio de disputa lo que se desarrolló hasta las últimas consecuencias.
Según los testimonios, Robert, como era su costumbre, comenzó a llamar la atención de la mujer que había estado frecuentando aquellos días. Quizás él no haya sabido, o tal vez no le haya importado, que ella fuera la mujer del bolichero.
Sonny Boy, mayor en edad que Robert (y por cierto que más sensato), había estado fijándose atentamente en los sucesos de la noche. Había advertido la atracción que Robert sentía por la señora, y también una marcada tensión en los semblantes de algunas personas. Él supo que la situación era potencialmente explosiva, y estaba preparado.
Fue entonces que durante un intervalo en la música, alguien les acercó a Robert y Sonny una botella de whisky con el sello roto. Cuando Robert estaba por entrarle, Sonny Boy se la sacó de la mano y la rompió contra el piso. Sonny le dijo: “Macho, nunca tomés un trago de una botella abierta. No sabés qué podría tener adentro”. Robert le contestó: “Macho, nunca me arrebatés una botella de whisky de la mano”.
Y así fue. Cuando una segunda botella sin sello le llegó a Robert, Sonny se limitó a observar y esperar.
No mucho después de volver a agarrar la guitarra, Robert se quedó sin voz. Sonny se sumó con su voz y su armónica, pero al poco rato Robert paró de tocar en el medio del número, se levantó y salió del local. Se sentía enfermo, y antes de que la noche llegara a su fin estaba inconsciente y con signos inequívocos de envenenamiento con estricnina.
Con todo, él era lo suficientemente joven y fuerte como para soportar los efectos; por eso fue que sobrevivió a aquella noche. Después yació gravemente enfermo en casa de un amigo, donde a causa de su débil condición contrajo una neumonía (para la que no hubo cura hasta 1946), sucumbiendo probablemente el 16 de agosto.

A fines de 1938,
John Hammond I comenzó a reclutar talentos para su espectáculo From Spirituals to Swing. Llamó a Dallas a Don Law (productor de las grabaciones de Robert Johnson), y le preguntó si podía localizar a Robert y mandarlo a New York para el concierto en el Carnegie Hall.
Law no podía dar crédito a lo que oía. Le dijo a Hammond I que estaba cometiendo un grandísimo error: Johnson era tan tímido que se habría paralizado frente a semejante audiencia. Hammond I contestó que si Law conseguía mandarlo a New York, él se haría cargo del resto. Law encargó a Ernie Oertle, viajante de comercio que años atrás le había presentado al músico, que recorriera la zona y lo localizara.
Oertle, que llevaba más de un año sin ver a Robert, tras escarbar un tiempo acabó dando con la amarga verdad y comunicándosela a Law: Johnson había muerto bajo circunstancias inciertas.

Finalmente, se supo que Robert Johnson había sido envenenado por acercarse demasiado a la mujer de otro una vez más.
Su madre y su hermanastro organizaron su entierro dentro de un ataúd de madera provisto por el condado, en el pequeño cementerio de una vieja iglesia sionista cercana a Morgan City, Mississippi, a un tiro de piedra de la Carretera 7.
Hammond I, por lo tanto, contrató a Big Bill Broonzy.

(De Stephen C. LaVere, notas a la edición de Robert Johnson: The Complete Recordings, 1990)

La música de Robert Johnson


El blues del Delta del Mississippi es la matriz de muchos sonidos populares de la actualidad. Las canciones, el estilo de ejecución, el tono, y virtualmente todo lo que caracteriza a esta variedad regional de la vieja música negra, ha sido incorporado al moderno rock and roll.
Muchos de los instrumentistas de la región (guitarristas, pianistas, percusionistas, armoniquistas, vocalistas) han dejado y siguen dejando su marca en músicos más jóvenes, pero muy pocos han tenido una impronta tan honda y perdurable como Robert Johnson, el reconocido
King of the Delta Blues Singers.
Aunque el mismo Robert Johnson fue influenciado por músicos vecinos y grabaciones de su época, tal como lo demuestran las melodías y acompañamientos por él utilizados para varias de sus piezas, lo que él hizo de tal influencia fue a tal punto un desvío de lo asimilado, que de nada sirve aquélla como aspecto relevante (excepto para la determinación de lo más básico de su estilo), sino en todo caso como una cuestión de interés musicológico.
En todo caso, lo que sí resulta significante es la profunda influencia que él, su música y sus grabaciones tuvieron en sus contemporáneos, y la tremenda contribución que todos ellos hicieron y continúan haciendo en la evolución del
blues y de la música popular en general.
Debido a su absoluto control de la técnica en la ejecución y del tono en su canto, la emoción y la tensión de que imbuyó sus interpretaciones, y la inspiración y turbulencia interna en ellas desplegadas, las grabaciones de Robert Johnson bien pueden destacarse como el más irresistible, impresionante e influyente conjunto de trabajos jamás plasmado por un
bluesman.

Tenía que surgir un Robert Johnson. En los años ’30, cuando la urbanización se extendió por los EE.UU., alguien tenía que envolver el
blues rural, ponerle una cinta con moño, y llevarlo a la ciudad. Johnson, con su alienación y aislamiento notorios respecto de su comunidad agraria primigenia, se convirtió en el porsonaje lógico. Así y todo, tal transición no se dio sin casualidades.
El dilema de tocar música para la mentalidad rural al mismo tiempo que se intenta despegar de ella, no sirvió solamente para extender hasta sus más lejanos alcances la forma y las posibilidades del
blues rural, sino que además, al comportar un fuerte elemento de autodestrucción, acabó, lógica y quizás predeciblemente, destruyendo al género (en su formato, y especialmente en su relevancia cultural) y, por añadidura, a su exponente.

El obvio conflicto al interior de una mente sensible como la de Johnson, no fue solamente la clave de su propia autodestrucción, sino que además su existencia acabó traduciéndose en todo un estado de neurosis urbana. A la luz de esto, puede verse claramente por qué el material de Johnson, en su conjunto, denota todo un adelantamiento y encarna una vanguardia que, unidos a su fuerza expresiva, se convirtieron en el más poderoso elemento del moderno
blues eléctrico de los ‘50 en Chicago, y por ende del rock and roll de los ’50 y ’60, y del rock de los ’70 y ’80.

El decidido esfuerzo de Johnson por apartarse del estilo de vida de antepasados y pares, nunca prosperó. Le gustara o no, él era un chico del campo; y como dice el viejo dicho: “
you can take the boy out of the country, but…". En cualquier caso su deseo de cambio, unido a su sensibilidad y juventud, lo volvieron ansioso, ardiente, y en consecuencia, precozmente individualista. Sus más grandiosos blues no sólo están cargados de emoción fiera y honesta, sino que además combinan el desasosiego y la insatisfacción con una casi omnipresente solemnidad.
Su típica energía juvenil era puesta a trabajar en sus canciones, y eso lo hizo vulnerable a ser arrastrado por éstas. Víctima de las limitaciones de la forma y los tiempos musicales, él probablemente se sentía libre y por encima de ellas al estar involucrado en la creación y/o ejecución de música.
Cuando estaba con su música, se volvía uno con ésta y cantaba con tal inspiración que sus canciones se convertían en fervientes lamentos, pronunciados en un lenguaje universal, de vastas implicancias y claro significado. Más allá de lo que Johnson puntualmente pueda estar cantando, la realidad de su situación puede palparse poderosamente.
Por cierto que esto él lo sentía y también lo sabía, pero es obvio, por sus propias palabras, que no lo comprendía. Él no era un hombre instruido, después de todo. Su acercamiento a la música, e incluso a la vida misma, era puramente intuitivo. Él era un sencillo chico del campo con una visión de la vida cimentada en una estricta serie cristiana de costumbres sexuales y morales, que jamás llegaría a justificar por completo, excepto tal vez en su hora final.
Esta inconsciencia o desconocimiento de lo subconsciente sin una comprensión acabada de sus implicaciones, es el costado más patético de toda la existencia de Johnson. Es el elemento subyacente y la clave de su romántico encanto, tanto para las mujeres de su tiempo como para muchos otros más adelante, con el correr de los años y los estilos.
Johnson disimulaba su ignorancia asumiendo su confusión acerca de cuatro campos temáticos principales: el amor, generalmente no correspondido; los viajes, que a menudo son más bien fugas; los pensamientos malignos, sobre todo de daños contra sí mismo o una amante; y una cuidadosa actividad mental que dominaba su trabajo. Él sabía que sus circunstancias, su suerte, su destino, estaban fuera de su control, mas no le satisfacía aceptar ciegamente este hecho, no al menos sin una buena cuota de reflexión al respecto.

El tono de su entera obra cancionística es la sobriedad. Incluso cuando algún elemento de humor aparece, los modales se mantienen sobrios. En cada nota, en cada frase de cualquier canción grabada por Johnson, es obvio el hecho de que él estaba tomándose el asunto muy en serio. Y lo mismo puede decirse de su acercamiento a la música en general.


(De Stephen C. LaVere, notas a la edición de Robert Johnson: The Complete Recordings, 1990)

viernes, agosto 5

El maquinista


Antes que nada, una aclaración: los kilos de más o de menos, estadías en equis instituciones, prótesis, capas de maquillaje, etc., de un actor o actriz, no inciden de manera decisiva ni mucho menos en la calidad de una película. Cualquier reseña o crítica que haga hincapié en ese tipo de aspectos, peca de superficial.
La caracterización de Christian Bale en El maquinista (Brad Anderson, 2004) no es más que un detalle (importante, pero detalle al fin) de una puesta en escena concebida minuciosa, pesadillescamente, al servicio de la historia que se cuenta.
Una mente perturbada siempre merece respeto: el que deriva de reconocer que cualquiera puede caer en esa horrible situación. La realidad trastocada, el íntimo aislamiento, el muro desenfocado entre uno y los otros, cada entresijo de eso que con mayor o menor liviandad llamamos “locura”, aparecen en este relato sin mayores sobresaltos, más bien con una sobriedad que condensa el espanto bien adentro, en un sitio árido, intocado, inerte de la sensibilidad.
Una zapatilla rotosa en medio de la calle, pisoteada por los autos.
Sí, una cosa también puede estar triste.

jueves, agosto 4

Trece


¿Me dejás que te acompañe de la escuela a tu casa?
¿Me dejás ir con vos a la pileta?
Por ahí el viernes podría
conseguir entradas para la fiesta,
y llevarte.

¿Por qué no le decís a tu viejo: "salí de encima mío"?
Contale lo que charlamos sobre "pintarlo de negro".
El rocanrol llegó para quedarse,
vení, pasá que está todo bien,
y voy a sacudirte.

¿Por qué no me contás en qué estás pensando?
¿Querés o no ser una fugitiva por mi amor?
Si es así, bueno, hacémelo saber;
si es "no", bueno, tendré que irme.
No quiero forzarte.

(Thirteen, Big Star, 1972)

martes, agosto 2

Acerca de un cántico voluntarista

Docentes y estudiantes del Manuel Belgrano, mi ex colegio secundario dependiente de la U.N.C., se movilizaron esta mañana para reclamar por mejoras salariales. Iban cantando:

A ver, a ver,
quién dirige la batuta:
¿los estudiantes
o el gobierno hijo de puta?

Me apena ver a los chicos adoptando tan prestamente los peores hábitos de la militancia universitaria. Los gobernantes pueden ser todo lo infames que queramos y más todavía, pero ahí están, con sus maneras más o menos diplomáticas de revolearnos en la cara la tal “batuta” que se ganaron un día de urnas.
Puestos a despreciar su autoridad, pos hagámoslo sin medias tintas. Pero con eso de “dame lo que quiero, che político hijo de puta”, creo que nos ubicamos más lejos que cerca de eso tan justo que pretendemos.

lunes, agosto 1

- Entonces el blog es como un baño, ¿o no?
- Y... en cierto modo .

101


Según el programa 101 Shocking Moments del canal E!, uno de éstos fue el casamiento de la actriz Julia Roberts con el gran cantante Lyle Lovett. Los motivos de tamaño shock eran la belleza de ella y la fealdad de él.

Siguiendo el criterio, puede suponerse que con Serge Gainsbourg tienen de sobra para los 100 restantes.