sábado, diciembre 22

El acontecer sin fin



El acontecer sin fin 
de lo que es y lo que ha sido,
con sólo ser parte de ello
ya es un asombro para mí.
El acontecer sin fin 

de las olas contra los acantilados,
de las semillas que el viento arrastra.
El acontecer sin fin 
de almas arribando constantemente
desde las costas de la eternidad,
de pájaros, abejas y mariposas
desfilando frente a mis ojos.
El acontecer sin fin 
de los cuatro vientos cambiando de dirección,
las estrellas al anochecer, el sol saliendo de nuevo,
el canto de los pájaros justo antes del día.
Para algunos es como ir por la cuerda floja 
con ojos vendados y temblando,
miedo y dolor a cada lado,
como ir por la cuerda floja…
El acontecer sin fin 
de la guerra perpetua y la llaga del hambre,
de desear que llegue el día 
y dios por fin corra esa piedra.
El acontecer sin fin 
de lo que es y lo que ha sido,
con sólo ser parte de ello

ya es un asombro para mí.

martes, diciembre 18

Perdido como Riquelme

(Una reseña que tenía cajoneada.)



El empampado Riquelme
Francisco Mouat
Libros del Náufrago, 2011
144 páginas

Hay títulos elocuentes, reveladores, de alto poder sugestivo, y títulos como el de este libro. Desde el vamos la presencia de un americanismo, junto a un apellido que más bien sugiere evocaciones de otro ámbito muy particular, sumergen al potencial lector argentino en el desconcierto, lo sitúan frente a un enigma. Y tal contingencia no deja de ser coherente con lo que aquél va a encontrarse en sus páginas.
En un principio, El empampado Riquelme se lee como una crónica policial: la que indaga en el misterioso caso de un hombre desaparecido en medio de un viaje en tren, y hallado cuarenta y tres años más tarde, sin vida, en medio del desierto de Atacama. Un empampado, entonces, vendría a ser alguien tragado no por la tierra, sino más exactamente, por “la pampa”.
Pero una vez despejada la incógnita del título, surge otra menos fortuita y más insondable. Porque el formato de la investigación periodística, pese a mantener sus señas de estilo, va dando forma a un libro tan extraño y mutante como su propio tema.  
El hallazgo en medio del desierto de los restos de Julio Riquelme (prácticamente intactos a no ser por el viento, el sol y el paso del tiempo), moviliza a Francisco Mouat, periodista y escritor chileno. “Tengo una fijación –señala el autor en un pasaje del libro-, no sé muy bien por qué, con los perdidos, con los que desaparecen y no dejan huella, con aquellos sujetos que escriben con sus vidas una historia mínima que apenas alcanza a tocar a los pocos que están cerca de ellos, con suerte su familia, sus amantes y sus escasos amigos; seres humanos que parecieran no afectar a nadie más en este planeta y cuyo destino no interesa socialmente”.
Con esa fijación como premisa, Mouat se dirige al sitio donde en 1999 fue localizado el esqueleto de Riquelme, con ropa puesta y documentación en los bolsillos. Luego asiste a su demorado velorio, y entrevista a familiares, compañeros de trabajo, allegados, policías, funcionarios y especialistas de todo tipo, que más que ayudar a resolver los interrogantes, contribuyen a multiplicarlos. 
El creciente misterio hace entonces que el relato vaya despegándose progresivamente del mero oficio periodístico, para aventurarse en los terrenos de una tradición literaria que se remonta por lo menos hasta las crónicas de Indias. Así es cómo de una muy pequeña historia, van brotando temas antiguos y a la vez vigentes: la áspera y silenciosa soledad del hombre americano; el vínculo padre-hijo, con su complicada trama de cercanías y lejanías; el viaje como decisiva experiencia interior, tanto física como psíquica; el desierto como obstáculo implacable de los deseos y expectativas humanos.
Con todo, cabe destacar otro modo en que puede ser leído El empampado Riquelme: como el homenaje a una vieja guardia del periodismo, que hoy ya se encuentra en franca vía de extinción. En plena era de globalización y motores de búsqueda, Mouat le pone el cuerpo y el alma a su pesquisa. Allí quizás tenga origen, en definitiva, la hondura de su testimonio: en el ejercicio de un periodismo menos atento a los postulados corporativos, que al entorno humano y social de su trabajo.