martes, febrero 28

3 hamburguesas


Ya lo decía Ian Anderson, el cantante de Jethro Tull: una cosa es ofrecer, como él y su banda lo hacen, una buena hamburguesa, y otra distinta es Jagger, que te ofrece dos. Las hamburguesas de la noche del jueves en River superaron las expectativas. Buen diámetro, buen pan, sabor y aderezos más que aceptables. Me recordaron a las del viejo autocine de Córdoba, donde de niño fui a ver la primera Hulk con Bill Bixby, la del hombre nuclear con Lee Majors, El Chanfle con Chespirito.

Paseando por Corrientes me topé con ... y también poemas, el libro de Roberto Gómez Bolaños. Chespirito poeta te da una rica hamburguesa, algo chapada a la antigua, rimada y sin grandes pretensiones, chorreante de gracia y elocuencia. Y no se ahorra arbitrariedades, como cuando le señala a Picasso, "con todo respeto", que no debería haber retratado el horror y la matanza con una caricatura.

Bajo la lluvia, el público de los Rollings exudaba un inmenso manto de vapor. Antes del concierto, mirando cómo los plomos iban y venían con secadores por el escenario techado sólo a medias, me preguntaba si estos sesentones se bancarían tocar dos horas bajo el agua. Después, mientras nos tiraban por la cabeza sus rocanroles y baladas de fierro, recordé un detalle: son ingleses, cuántas veces habrán tocado entre goteríos interminables...

Santuario de Cromañón, una y pico de la mañana. Más de uno en Buenos Aires me preguntaría a qué voy allí, y no sabría contestarle. Supongo que voy nada más a ver. En River, durante el show de Las Pelotas, unos versos me habían llamado la atención. Decían algo así como que tanta violencia deja sin palabras, pero es preciso mirar, no apartar la vista. Alguien dijo por ahí que Las Pelotas eligió mal las canciones. Visto con el cristal del rocanrol festivo, olé olé olé, el "aguante", La 25, Los Piojos y demás yerbas, puede ser. Pero ocurre que hay otros cristales más allá de la cápsula ABC1 del campo de River, por ejemplo el que ve al rock argentino no tan puesto y apuesto, sino más bien demacrado y de bajón. Las Pelotas ofreció un show parco y tirando a down, con pasajes más propicios para quedarse parado en medio de la música, tratando de averiguar qué carajo hacemos acá, que para estar saltando, saltando, saltando sin pararrrr.

Con todo, a pesar de todo, literal, metafóricamente, Jagger y sus amigos bajo la lluvia fueron no una ni dos, sino tres buenas hamburguesas. Ese joven veterano no se conforma con alimentar la ilusión de que este lugar donde vivimos podría ser mejor, sino que va por más y hace creer lo increíble: que de pronto ya está, lo es. Dura un rato nada más, pero algo mágico queda picando.

Las Hamburguesas Jagger son un derecho humano fundamental e inalienable. Si la casa no invita, vale romper todo.

martes, febrero 21

En la chinchuda noche del domingo, los suplementos culturales de los diarios tienden a antojárseme meras guías de consumos, suertes de Para Ti's pero con canjes publicitarios de (no tan) distinta calaña: el "mejor disco a la fecha" de fulano; la "corrosiva" última película de mongano; la "iconoclasta" nueva instalación de porongano; el libro maldito de john donson, "secreto mejor guardado" de las letras miamibeachianas...
Agarro y me llevo un libro al baño. Un libro divertido y cómodo de leer: un capítulo para cada excursión sanitaria. Que cuenta una historia del futuro, en una tierra desolada y vacía. Que pareciera alejarme de la ciudad acalorada pero no, porque de un párrafo al otro, por el nudoso vaivén de sus peripecias, voy comprendiendo un poco más, un poco mejor, alguito de lo que sucede aquí y ahora. Sin saber muy bien cómo ni por qué, y sin que importe saberlo.
Tampoco importa cuál libro es. Mejor imaginar suplementos culturales sin nombres ni títulos ni etiquetas: sólo interpretaciones todas diseminadas, prolongaciones de un misterio sin orillas.

viernes, febrero 17

Taller Literario Zimmer. Hoy: Adrián Dárgelos












En la semivacía sala VIP del casino de Carlos Paz, Beto Zimmermanni prolongaba brutamente su racha afortunada de los últimos meses. Las instrucciones del supervisor al croupier habían sido claras y severas: dos bolas más, y ese hombre debía ser invitado a retirarse.
Mientras levantaba sus últimas ganancias, merced a un toco de fichas desparramado por el sector del 2, Zimmer sintió que lo tocaban de atrás. "Ah no -pensó-, hoy putas no, toy muerto". Pero se trataba de un nuevo alumno de su taller que lo andaba buscando desesperadamente.
- ¡Hola man, por fin te ubico!
El tallerista se dio vuelta y lo miró de arriba abajo.
- Disculpe muchacho, carne de chancho no es lo mío.
- Tás mandando cualquiera. ¿No ves que soy el que canta en Babasónicos?
- Ah... Con razón le veía cara conocida...
- Y, sí... Caras como la mía no se olvidan tan fácilmente...
- Aunque no fuera famoso...
- Bueno, Beto, vamos al grano, ¿sí? Lo invito con un trago.
- El año lectivo empieza en marzo, caballero. Pásese por el Royal para esa época y charlamos.
- Ni loco, Zimmer. No lo busqué por todo Punilla para que me haga esperar. Déme cinco minutos, por favor.
- Uf... bué, vamo...
- ¡Josha!
Ya en la barra y con un buen gin tonic en su poder, el tallerista dio comienzo a su impensada clase estival.
- Lo suyo no estaba tan mal, Dárgelos.
- ¿"No estaba"?...
Zimmer se echó un trago serenamente antes de continuar.
- Malditismo, decadencia, de-generación... Una propuesta interesante.
- ¿Y ahora?
- Ahora se han vuelto un poco patéticos, qué quiere que le diga...
- ¿Le parece?
- A ver si la cortan con tanta histeria discotequera...
- Pero... Así es nuestro mundo, el de nuestros fans...
- Procure emigrar, Dargelos. Ése es el consejo que puedo darle. Ya están grandes para seguir en ésa.
- Usted porque ya no va a las discos. Hay un montón de viejos degenerados, dando vueltas ahí.
- Todo lo que usted quiera, Dargelos. No cuestiono sus hábitos nocturnos sino su quehacer lírico: "será que me cogieron mal, que no me trago la charada"; "algunas noches soy fácil, no acato límites"; "qué casualidad fue encontrarte justo acá, yo tan puesto, vos tan apuesta"... Ugh, qué náusea, mejor no sigo...
- ¿Qué problema hay?
- Mi estimado amigo: usted o afina la pluma, o empieza a escribir cosas más de gente de su edad.
- El antiguo es usted, Beto.
- Haga una prueba, Dárgelos, por su porvenir profesional se lo digo. En vez de escribir para pendejas, escriba para chicas como ésas de allá.
- ¿Esas putas casineras?
- Las mismas, muchacho, las mismas. ¿Usté quiere ser decadente en serio? Pues bien, un esfuerzo más. Con los años, por ahí se forja un digno otoño artístico en casinos del interior.
- ¿Como Cacho Castaña?
- Y como Luis Aguilé. Manolo Galván. ¡Los Iracundos!
- Ídolos de la hostia.
- ¡Po...!
- ¿Sabe que están buenos sus consejos, Zimmer?
- Yo sé de qué le hablo, Dárgelos. Por diablo, sí, pero sobre todo por tusán del año uno. Usted es toda una promesa, hagamé caso: cambie el libreto si quiere sobrevivir. Lo quiero ver el día que sus fans flaquitas sean unas vecucas casineras. ¡Estése preparado, hombre!
- Mató la onda, Zimmer. ¿Otro trago?
- Pero cómo no.
- Chin chin.
- Salú, querido. Por el futuro del rock.

jueves, febrero 16

Truman Sorrentino, el cazador oculto
Por Rodrigo Fresán

UNO
Truman Sorrentino se crió y creó en una Nueva York distinta a la de hoy: sin discos de Bob Dylan ni películas de Scorsese ni novelas de John Cheever ni relatos de Chuck Palahniuk. Lo que nos lleva a pensar que el tipo se las arregló solo. Eppur si muove!
DOS

La sucia mueca de la realidad es la confesión de un bastardo. Pura honestidad brutal. Sorrentino sabe de qué hablamos cuando hablamos de drogas y a qué sabe la vida en los tugurios. La sucia mueca de la realidad es su segunda novela: en la primera, El asco de todos los días, hilvanaba con sabiduría una docena de historias de perdedores y la máquina (la novela) funcionaba. En la segunda, el perdedor era uno solo: su alter ego, un tipo que, como decía mi mejor amigo, Roberto Bolaño (no el chavo, el chileno), vivía "entre paréntesis", esperando una de esas oportunidades que no llegan jamás.
TRES

En la Little Italy de su infancia, Sorrentino repartió pescado podrido, levantó quiniela para un gángster, administró un lupanar y, en sus ratos libres, leyó alguno que otro libro, nunca demasiado interesante. Así se forjó este escritor magistral: sin padres, y sin embargo con muchos hijos putativos. La Academia Sueca le niega sus favores. Mis amigos y yo lo incluimos en nuestro canon de este semestre.
CUATRO

Lo que nos lleva a pensar en la influencia de Truman Sorrentino sobre los escritores de hoy. Incluyéndome. El enigma, claro, es una pregunta sin respuesta. Todo enigma lo es. La sucia mueca de la realidad parte de una premisa: esta vida es una mierda, pero hay que vivirla. ¿Qué otro remedio tenemos? La respuesta, mis amigos, está soplando en el viento.
CINCO

En las novelas de Truman Sorrentino, los personajes vomitan. Una y otra vez. Cuando un jovencísimo amigo de Arthur Clarke le preguntó por qué lo hacían, Sorrentino se llevó los dedos a la garganta por toda respuesta.Hete aquí un verdadero precursor de los minimalistas.
SEIS

Lo que nos lleva a pensar en el gobierno de Rodríguez Zapatero y en la reciente renuncia del secretario de Pesca, un tema del cual los españoles y yo nos hemos desayunado el lunes pasado, a la hora del desayuno. Parece que el tipo estaba liado con una espía del PP, una de esas golfas psicóticas que tanto y tan bien ha descrito Sorrentino, acaso porque ha vivido y la gente que ha vivido sabe ciertas cosas que los demás ignoran. O sea.
SIETE

A ver: hay que estar esa noche en el Madison Square Garden, cuando la gente vomita y todo es un maremágnum de apostadores enfurecidos y un olor rancio en el ambiente. Sorrentino es de la clase de especímenes que disfrutan (diría, paladean) esa clase de episodios. Lo que nos lleva a pensar en la Nueva York decadente posterior al Crack que también fue un boom para la sensibilidad de los hombres sensibles. Y Sorrentino, claro, estaba en esa lista reducidísima.
OCHO

Un golpe al esternón de Ernest Hemingway y una patada que hizo abortar a la siempre indiscreta Dorothy Parker lo marginaron de los cenáculos de su época. Por eso, su bien ganada fama de escritor le llegó post mortem. Truman Sorrentino se despidió de este mundo en 1940, a los 37 años, y se convirtió en un cadáver bien parecido. Como James Dean. Como Jim Morrison. Como Garrafa Sánchez. Pero antez.
NUEVE

En las noches que el alcohol y Zelda lo dejaban, Francis Scott Fitzgerald decía que podía escribir mejor que Sorrentino si y sólo si se ataba las manos y padecía una hemiplejía. James Joyce no se tomó el trabajo de leerlo, ocupado como estaba en esa jerigonza sin fin que es el Finnegans Wake. Virginia Wolf lo llevó a Londres y quiso introducirlo en el círculo de Bloomsbury, pero Sorrentino quiso introducirla a ella y la pobre Virginia se vio obligada a aclararle que prefería las sirenas a los tiburones. Una legión de discípulos lo coloca en su sitio. Lo que nos lleva a pensar que el tiempo pone las cosas en su sitio. Y que los tiempos están cambiando.

Revista Barcelona, nro. 75

miércoles, febrero 15


Esta foto me asombró, lo reconozco. La veterana diva se ve más linda de lo que pensaba. A las cirugías y posibles trucos de photoshop, se suman recuerdos como aquellas recalientes escenas con Monzón en La Mary, o también míticos rumores como los de puntos de sutura tras un feroz embate anal del santafesino durante "una noche en Carlos Paz", y todo suma para dar forma a una fascinación tan vergonzante como inocultable: qué buena está la vieja, qué buena está. A fin de cuentas ya se sabe lo que va a pasar: son demasiados años de adivinar monstruosidades obvias tras esas atractivas portadas en papel ilustración, superficies de brillosa obscenidad a la vuelta de cualquier esquina o sala de espera. Mejor disfrutar a la mujer hermosa antes que, en medio del beso, se convierta en una anciana horrible y siniestra.

Vía Mierda Descalzo

viernes, febrero 10

Hay que tener cara...

"Aftosa: lo que faltaba", tituló hoy en tapa La Voz del Campo.

Pubichiiitos, los ganadeeeros...

jueves, febrero 9

Huele a espíritu adolescente

- ¿Pa?
- Sí, nene...
- Sabés que mis compañeros andan diciendo...
- Qué, querido.
- Nada, que ya debutaron...
- Que la pusieron...
- Claro.
- Y vos todavía no.
- Ajá.
- Ya me parecía que andabas medio depre...
- Y, sí...
- No te hagás drama, loco: te conseguí una mina para el fin de semana. Mamá y yo nos vamos a las sierras, y ella viene acá con vos los dos días enteros.
- ¿En serio?
- Más vale, pichón.
- Gracias pa. Vos sí que me leés la japi.

miércoles, febrero 8

Epígrafes Alternativos IX


Se anuncia el lanzamiento argentino de una línea de muñequitos vudú del atacante marfileño (¡incluye kit de agujas!).

“El Porteño” Luzi no mostró su cara a la prensa.

"Se siente feo -reveló una baja fuente carcelaria-. No ve la hora de ir al programa de Karina Mazzocco".

La Voz del Interior

martes, febrero 7

Iluminados por el Rock Nacional


Hace unos días estuve en La Falda, y justo esa noche Kapanga daba un concierto gratuito. Me dije: es un show de rock, no estaría mal ir. Al final no me dieron los tiempos y me lo perdí. Según la prensa fue el recital público más multitudinario de la temporada serrana.
Anoche, en un resumen del Cosquín Rock por la tele, lo vi al Mono, cantante de la banda, reaccionar ante una riña que se producía en un sector del público.
- ¡Eh, boludos! -dijo por el micrófono- ¡En vez de pelear entre ustedes, vayan a las Malvinas a correr a los ingleses!
De más está decir que el capanga de Kapanga fue ovacionado.
¿Fue por lo que dijo, o por la pura y simple cáscara demagógica de su gesto?

lunes, febrero 6

Ando re-delacabeza con este artículo de Sasturain en Página/12 de ayer.
- ¿Cómo era que decía Nanni Moretti en Aprile?
- Ah, no sé, tantas cosas...
- No, pero de la sátira política, digo.
- Ah, sí. Que no tiene amos.
- ¿Y esto no sería una excepción, che?
- ¿Pero este rollo es político o religioso?
- Hmm...
- Hmmm...

viernes, febrero 3

Y una vez me contaron que el juez Zaffaroni es un regular consumidor de porro.
O sea que por ahí, quién nos dice, algún día podamos ser un poquito más libres...

Página/12

jueves, febrero 2


Casi un año después de haber sido acusada de “pro-gay” en EE.UU., veo por fin la película de Bob Esponja. Algunas escenas no me dejan lugar a dudas: Patrick La Estrella sí es bastante puto. Es notoria su afición por meterse cosas en el culo y ponerse cancanes con redecilla. Claro que también se lo ve cachondo por la princesa Mindy, o sea que más bien se trataría de un simpático degenerado. Bob, por su parte, asoma como un imberbe tarambana dispuesto a prenderse en cualquiera, si bien el sexo no parece estar entre sus principales inclinaciones.

Y dicho sea de paso, la película está ¡¡¡buenísima!!!
Más allá de la pelotudez del título, el “debate” “¿Qué música es más argentina?” de La Voz de hoy llega a tirar algunas que otras líneas interesantes. Carlos Schilling indaga la relación de rock y folklore con nacionalismo; Claudio Kleiman pone sobre la mesa algunas pruebas de mestizajes varios; y por último Marcelo Simón, en el más prescindible, sanatero y obvio de los tres artículos, la va de anti-fundamentalista de la música.

La Voz del Interior