martes, agosto 9

La muerte de Robert Johnson


Un día de agosto de 1938, Robert dejó su hogar de Helena, Arkansas, y se dio una vuelta por Robinsonville para ver a su familia antes de partir lejos hacia el sur, a la zona del Delta, donde tenía algunos shows concertados.
Fue en un tugurio de Three Forks, un paraje aledaño a Greenwood, Mississippi, donde Robert cumplió con su último compromiso de trabajo. Durante las dos semanas que pasó en esa zona, él había entablado relación con una mujer a la que otro hombre reclamaba como suya.
Era una ocupación peligrosa la de músico por aquellos días: los colegas te odiaban si tocabas mejor que ellos; las mujeres te odiaban si ponías tu ojo en alguna otra; y los hombres te odiaban si las mujeres te amaban. Un gran músico debía ser cuidadoso, especialmente si no le importaba de quién era la mujer a la que se dirigía. Y Robert se destacaba justamente por ese desinterés.
Robert Johnson y
Honeyboy Edwards habían tocado en el principal bar de Greenwood durante un par de semanas, dedicando los sábados a la noche a presentarse en la parada rural de Three Forks.
La mujer de la que Robert se hizo amigo allí, resultó ser la esposa del hombre que manejaba el tugurio. Ella, precisamente, había estado viajando los lunes a Greenwood para verlo.
La noche del sábado 13 de agosto de 1938, Robert y Honeyboy se presentaban en compañía de
Sonny Boy Williamson II, popular y familiar cancionista vagabundo. Honeyboy no llegaría hasta pasadas las 10 y media. Para entonces, Sonny Boy y Robert ya habían cumplido con sus actuaciones. Sonny Boy ya se había ido, mientras que Robert jamás volvería a tocar su grandioso blues.
El músico
Houston Stackhouse no estuvo allí entonces, pero habiendo sido muy cercano a Robert, se mostró curioso acerca de la muerte de éste. Como también era amigo de Sonny Boy, luego de un tiempo de pesquisas logró reconstruir los eventos de aquella noche fatídica.
El relato de Stackhouse fue verificado por el mismo Honeyboy, por lo que puede decirse que sabemos a ciencia cierta cómo fue que Robert Johnson encontró su destino final.

Esa noche se ofrecía una gran velada de música y baile en el local, con las presencias de un gran guitarrista más un excepcional armoniquista, ambos exhibiendo sus respectivos estilos de
blues del Delta.
Uno podría imaginar que la ocasión ofrecía una sana rivalidad de talentos musicales, pero a medida que avanzó la noche, fue más bien un tipo más turbio de disputa lo que se desarrolló hasta las últimas consecuencias.
Según los testimonios, Robert, como era su costumbre, comenzó a llamar la atención de la mujer que había estado frecuentando aquellos días. Quizás él no haya sabido, o tal vez no le haya importado, que ella fuera la mujer del bolichero.
Sonny Boy, mayor en edad que Robert (y por cierto que más sensato), había estado fijándose atentamente en los sucesos de la noche. Había advertido la atracción que Robert sentía por la señora, y también una marcada tensión en los semblantes de algunas personas. Él supo que la situación era potencialmente explosiva, y estaba preparado.
Fue entonces que durante un intervalo en la música, alguien les acercó a Robert y Sonny una botella de whisky con el sello roto. Cuando Robert estaba por entrarle, Sonny Boy se la sacó de la mano y la rompió contra el piso. Sonny le dijo: “Macho, nunca tomés un trago de una botella abierta. No sabés qué podría tener adentro”. Robert le contestó: “Macho, nunca me arrebatés una botella de whisky de la mano”.
Y así fue. Cuando una segunda botella sin sello le llegó a Robert, Sonny se limitó a observar y esperar.
No mucho después de volver a agarrar la guitarra, Robert se quedó sin voz. Sonny se sumó con su voz y su armónica, pero al poco rato Robert paró de tocar en el medio del número, se levantó y salió del local. Se sentía enfermo, y antes de que la noche llegara a su fin estaba inconsciente y con signos inequívocos de envenenamiento con estricnina.
Con todo, él era lo suficientemente joven y fuerte como para soportar los efectos; por eso fue que sobrevivió a aquella noche. Después yació gravemente enfermo en casa de un amigo, donde a causa de su débil condición contrajo una neumonía (para la que no hubo cura hasta 1946), sucumbiendo probablemente el 16 de agosto.

A fines de 1938,
John Hammond I comenzó a reclutar talentos para su espectáculo From Spirituals to Swing. Llamó a Dallas a Don Law (productor de las grabaciones de Robert Johnson), y le preguntó si podía localizar a Robert y mandarlo a New York para el concierto en el Carnegie Hall.
Law no podía dar crédito a lo que oía. Le dijo a Hammond I que estaba cometiendo un grandísimo error: Johnson era tan tímido que se habría paralizado frente a semejante audiencia. Hammond I contestó que si Law conseguía mandarlo a New York, él se haría cargo del resto. Law encargó a Ernie Oertle, viajante de comercio que años atrás le había presentado al músico, que recorriera la zona y lo localizara.
Oertle, que llevaba más de un año sin ver a Robert, tras escarbar un tiempo acabó dando con la amarga verdad y comunicándosela a Law: Johnson había muerto bajo circunstancias inciertas.

Finalmente, se supo que Robert Johnson había sido envenenado por acercarse demasiado a la mujer de otro una vez más.
Su madre y su hermanastro organizaron su entierro dentro de un ataúd de madera provisto por el condado, en el pequeño cementerio de una vieja iglesia sionista cercana a Morgan City, Mississippi, a un tiro de piedra de la Carretera 7.
Hammond I, por lo tanto, contrató a Big Bill Broonzy.

(De Stephen C. LaVere, notas a la edición de Robert Johnson: The Complete Recordings, 1990)

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

De las decenas de versiones que giran alrededor de la muerte de R. Johnson sólo hay una que se acerca más a la verdad, la entrevista que le Hace Lomax a la madre de Bobby (como ella le decía) es que, Robert muere en casa de su madre despues de que le entregara su guitarra y prometerle que no la volvería a tocar y cuando la mamá estaba colgándola R, Johnson cae muerto¡

11:42 p. m.  

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