Hay dos clases de denuncias. Algunas, las más frecuentes en la Argentina, son genéricas, como las lanzadas por quienes por motivos presuntamente ideológicos acusan a sus adversarios de haber arruinado el país, mientras que otras podrían calificarse de puntuales porque aluden a delitos que en teoría deberían merecer un castigo penal. Una denuncia de este tipo es la que formuló el piquetero oficialista Luis D’Elía cuando dijo que el ex presidente interino Eduardo Duhalde encabeza “un gran cartel de la droga” que es activo “no solamente en la producción sino en el transporte desde y hacia países vecinos”. Para rematar, insistió en que “ droga y duhaldismo son dos caras de la misma moneda”.
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¿Se emprenderá una investigación auténtica de la hipotética conexión del duhaldismo con los carteles de la droga, una suposición que por cierto no fue inventada por D’Elía? Los primeros en impulsar una deberían ser los duhaldistas mismos, pero por ser cuestión de integrantes de un “aparato” aglutinado sólo por intereses personales sería poco probable que aceptaran correr semejante riesgo. Al fin y al cabo, de estar en lo cierto Transparencia Internacional y otras organizaciones que con regularidad deprimente nos informan que la Argentina está entre los países más corruptos del planeta, comparable en dicho ámbito con Nigeria y Paraguay, sería asombroso que ningún político bonaerense significante estuviera vinculado con los carteles multimillonarios que están operando no sólo en toda América latina sino también en Europa, Estados Unidos y Canadá.
(Editorial, La Mañana de Córdoba, 23/8/05)
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¿Se emprenderá una investigación auténtica de la hipotética conexión del duhaldismo con los carteles de la droga, una suposición que por cierto no fue inventada por D’Elía? Los primeros en impulsar una deberían ser los duhaldistas mismos, pero por ser cuestión de integrantes de un “aparato” aglutinado sólo por intereses personales sería poco probable que aceptaran correr semejante riesgo. Al fin y al cabo, de estar en lo cierto Transparencia Internacional y otras organizaciones que con regularidad deprimente nos informan que la Argentina está entre los países más corruptos del planeta, comparable en dicho ámbito con Nigeria y Paraguay, sería asombroso que ningún político bonaerense significante estuviera vinculado con los carteles multimillonarios que están operando no sólo en toda América latina sino también en Europa, Estados Unidos y Canadá.
(Editorial, La Mañana de Córdoba, 23/8/05)
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