Apellido
Un pariente célebre de fantasía.
Y de Fantasía, la revista.
No sé qué tan distinta será la virtualidad internética de la fantasía, pero que lo es, lo es. Otra de mis diferencias con el cabo es que él es medio indio: nada que ver con el Piamonte de mis ancestros. Dicen que su creador le puso así por un compañero que tenía en la Editorial Columba. Con éste sí capaz que tengamos un parentesco menos fantasioso. Pero la fantasía acecha en varios umbrales, el cabo no me deja desmentirla.
Pongo el apellido, entonces. Este medio es nuevo y voy tratando de entenderlo, no es ninguna novedad que mi tránsito conlleve vacilaciones. Que quizás estén en la mismísima esencia del soporte, cotidiano, escurridizo, acertadizo, equivocadizo.
Al principio no me parecía tan importante el apellido. Hoy, sin embargo, el correr de las entradas propias y ajenas me lleva a cambiar de parecer. Sigo creyendo que la firma no es tan importante, que el seudonimato o anonimato son otras variantes del medio que bien pueden ser válidas (ahí están, por caso, algunos de mis links).
Pero hablando de este blog del que soy responsable, bueno, he estado pensando. Si yo quiero poner en una entrada que Christian, el conductor mañanero de la FM 100 (banda de sonido de esta oficina), presenta cierta hermosa canción diciendo: “Golpeando las puertas del cielo, o lo que es lo mismo, tocándole las bolas a San Pedro”, y que por eso me parece un Midas imbécil de la locución que convierte en mierda todo aquello de lo que habla... bueno, si quiero decir algo así en una entrada, quizás mi nombre completo no haga mucha falta.
Y supongo que en general ha de ser así, bastante de mayor o menor trivialidad ha de haber tanto en esta miel como en este cuchillo. Por más sanmarcoserrana que pueda ser aquélla, y por más toledano que pueda ser el acero de éste.
Ocurre, sin embargo, que a veces la intención no es nada trivial. Si yo quiero decir, por ejemplo, que el editorial de La Voz del Interior de hoy me parece infame por su manera de pedir represión a la disidencia piquetera escudándose en un elogio demagogo de la disidencia universitaria (Ámbito, Infobae y La Nueva Provincia al menos ponen sus derechismos sobre la mesa sin ambages), recurriendo a terminologías difusas del tipo “ultraderecha”, “ultraizquierda”, “confrontación sin retorno” y “mayoría de la sociedad”... si quiero decir cosas así, no puedo menos que bancármelas con nombre y apellido.
Aparte (e insisto, hablo nomás por mí), está el debido respeto a quienes aquí se están llegando y recién hoy se enteran de mi parentesco con el cabo.
Alguien opinará quizás: tardó en darse cuenta.
- Valeu -dirá el cabo Savinho.
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Saviola : Considero que para los fines que enumeras el nombre es muy importante. Vamos carajo, Adrián Pablo viejo y peludo. Y si todavía tenés dudas abrí tu hotmail que verás lo que es hacerse cargo de lo que se dice. Abrazos, Mur.
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