La puta que vale la pena ser globalifóbico
El hada de Matilda, la bruja adolescente, decía que lo importante no es tener poderes, sino para qué se los usa. Una película que transcurre toda en un espacio cerrado no la filma cualquiera, y Piñeyro se las arregló bárbaro para filmar El método. Lástima que el tipo sea tan mercachifle.
Como sus ilustres parientes La soga (Hitchcock, 1948), Ruleta china (Fassbinder, 1976) y Tape (Linklater, 2001), El método logra sostener la atención del espectador de punta a punta. Pero es mala por necesitar imperiosamente de un “mensaje” y de un Gran Tema en el afán de venderse a sí misma.
Para mostrar cómo el individualismo más dañino puede aflorar en ciertas situaciones, no hacía falta tanta pose “comprometida”. Pero en fin, dale dale con el look...
1 Comments:
interesante "apunte", voy a verla.
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