martes, enero 24

Perdí

Mi bicicleta GT roja se la había comprado en 150 pesos a un queridísimo amigo. Ya tenía sus años pero seguía siendo un buen rodado. En los últimos tiempos se le había roto la palanquita de cambios de la corona, y de los seis del piñón andaban sólo el 3 y el 4, los más necesarios en definitiva. No eran arreglos tan caros al final de cuentas, pero como la bici de última andaba bien y no la usábamos tanto, le demorábamos el paso por el bicicletero.
Anoche la usé para hacer unas diez cuadras: videoclub, verdulería, almacén. Habíamos visto Tiempo de valientes en una copia lamentable: cada vez que hablaba Diego Peretti, sonaba un eco agudo por debajo de su voz. Y lo que hablaba Peretti, uf... Si la película no terminaba de ser mala, se debía en parte al gordo Luis Luque (sobrio y contenido por una vez), y sobre todo a la forma en que se muestra, sin resignar tono de comedia, cómo el entramado delictivo organizado se extiende sin solución de continuidad desde los tipos de la SIDE hasta un chorito de barrio.
La idea era devolver la película en el Místico de a tres cuadras, y sacar otra en el Libra de a cinco. Gente piola la del Místico, pero ya estábamos hartos de sacar truchadas con mal sonido, imágenes quemadas de luz, bebés llorando, gente levantándose para ir al baño o a por nachos.
El día había sido caluroso, la noche era húmeda y pesada: “ni una gota de aire”. Y menos gente en la calle que lo habitual siendo enero.
Entro al video, devuelvo, salgo: quince, veinte segundos como mucho, y la bici que ya no estaba contra la puerta de vidrio. Me asomo para adentro del barrio, por el costado de la plaza, y veo dos sombras menudas disparando con la bici, como a una cuadra de distancia. Empiezo a correr, pero al toque se dan cuenta y disparan más. Ahí me resigno y sigo caminando. Cruzo la plaza y viene un pibe en moto. Me dice que si quiero, él busca a los canas.
- No, dejá –le digo-: ya perdí.
- Uh, mirá –me dice, mientras se va en la moto.
En ojotas, con las manos en los bolsillos del vaquero y una camiseta alternativa de Boca toda percudida, un morocho cruzaba la calle y se sentaba en una hamaca mientras miraba para el lado mío. Éste de menudo no tenía nada. Pegué media vuelta y me fui.

Se me mezclaron emociones, todas feas. La bronca era sólo una entre tantas, en definitiva no se trataba de nada personal. En todo caso, digamos que el rollo era “cosal”: todo empezaba y terminaba con la GT ausente. Tristeza sin fin.

Cuando hace algunos años trabajaba en la Crónica de un rocho, mi primera novela, me había decidido por la primera persona. Se me ocurrió que un personaje tan (socialmente) lejano, debía hablar por sí solo en vez de “ser hablado” por mí. Hoy, que estoy escribiendo sobre personajes más cercanos al “choreado” que al choro, también elijo sin dudarlo la primera persona.

3 Comments:

Blogger Marcus said...

Una pérdida. Es feo eso, parece que siempre va a estar ahí, pero de repente salís, y no está. Y no porque ella (la GT) lo haya querido, sino porque la han forzado, y encima ver el hecho consumándose, la GT como forcejeando, (o uno queriendo que forecejee), pero se va con 2 cualquieras. Duro duro. Lo entiendo y lo siento.

8:34 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo tambien lo siento mucho porque fuí el precursor, el queridisimo amigo que hace unos 8 años la compró a un conocido de la villa cerca del misericordia. Supongamos que con dolor se cierra el ciclo para volver a aparecer en otro grupo familiar cordobés. Sabemos que si la compraramos legalmente estamos pagando esa diferencia de dinero al estado, que se la entrega al FMI entre otros y a los fabricantes que son todos extranjeros. O sea, como siempre no nos dejan con muchas opciónes: si somos honestos y seguimos las leyes del mercado "legal" nos cagan y si nos arriesgamos y conseguimos la rebaja del apuro, a la larga también nos cagan. Mi conclusión: Apoyo esta anarquía encubierta y que cada uno haga lo que quiera sin culpa pero eso si, me hubiera gustado como buena anarquía poder defender el robo de la GT, que tanto provecho me/nos dio, muchos kilómetros en las sierras cordobesas incluido Cosquín Rock 2004. En fin que tristeza y bronca...

12:23 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cierto Áleman, te la había ofrecido aquel tusán de Villa Inmisericordia...
El dato me consuela bastante, no sabría explicar el por qué, acaso aceptación de esa anarquía...
En ese contexto, querido Marcus, la GT no se ha de haber resistido demasiado, ¿nocierto?
¡Maldita ramera...!

12:37 p. m.  

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