miércoles, enero 11

Pehuén-Có

Tecleo contra el tiempo carísimo del único cyber del pueblo, en una compu más lerda aún que la de la oficina cuya órbita piloteo o hago como que. Balneario de bahía, aguas cálidas, lejano de la tonada y la weltanschauung cordobesa, casi incluidas las de uno.
Un sitio agradable. Una aldea aún inexperta en eso de sacarle dinero al verano. O sea: sacárselo, se lo sacan hace rato. Pero todavía no emergió el individuo que con voz ronca y resuelta dictamine: "¡Acá vamos a hacer las cosas en serio de una vez por todas, señores!".
Con varios seres queridos en una playa, terminándome un martini tras otro, no tan cools si se los quiere pero aaahh, exquisitos che. La playa sería la top del lugar, pero no siempre el barcito pasa música (bendito amateurismo), y cuando la pasa suele ser una onda retro bastante interesante. Cable a tierra de Fito (no, no es lo que se dice un soplo de aire fresco en vacaciones, pero acá al rosarino se lo defiende), lo rolin en vivo (avances de lo que será el próximo viaje veraniego).
Un lugar todavía no del todo "globalizado". Lo demás, bueno... lo demás es verano.
Anda por ahí una cheta como de 1.80 de altura, treintona larga al parecer, con un cuerpo exageradamente escultural que me recuerda a Grace Jones. Mi compañera la ve pasar por la arena como un tostado tótem caminante, y comenta: "Es anacrónica". Lo que yo no sé es si pal lao del pasado o del futuro.
Hay jóvenes. A rolete, claro. Y hay viejos orgullosos de su busarda altiva frente al horizonte.
Hay la horrible cerveza Quilmes, agua podrida vendida a base de necesidad creada a partir del "de lo nuestro, lo peor". Y hay Gancia y Cinzano, pero es dificilísimo pegar un Martini seco.
Hay parejas jóvenes que son dichosas con sólo ellos dos, más una manta y un mate y un termo que se han traído de la carpa en el camping. Su magia puede que sea más o menos volátil, tormentas de verano de la vida, pero qué bien se los ve, qué bien que hace verlos, qué poco más es lo que está haciendo falta.
El sol se pone en el mar y es hermoso. El viento trae sal, y olor a yerba usada pudriéndose en distintos puntos de la arena. Fin de otro martini, aceituna y salud.