jueves, septiembre 22

Leyendo el diario de hoy


La Primera Sección de La Voz de hoy me divirtió de lo lindo, che.
Por una vez más, y con el relativo respeto que me merece, me distanciaré de Carlos “Mona” Jiménez en un punto. En lugar de o quedar ó 100 % bien ó 100% mal con “los políticos”, como es su estilo, diré que el intendente Juez me cae mejor que el gobernador Sota. Uh, bueno, no es lo que se dice un hazañón lo de Luis, pero cabe explicitarlo.
En jerga mediterránea, Juez vendría a caber cómodo en la categoría “lengudo”: dícese del charlatán, blableta, parlanchín, extrovertido, lengualarga, etc. Esa condición, así como lo ha llevado a perder hectolitros de aceite en más de una ocasión (como cuando mandó en El Aguante que Belgrano es el mejor equipo de Bolivia, por mencionar una), tiene a veces derivaciones de lo más interesantes, graciosas, y me atrevería a decir así nomás, de una, a boca de jarrón marca Juez, hasta brillantes.
Son intervenciones que probablemente caigan mal a más de uno y perjudiquen la carrera política del bigotón (más incluso que la del Aguante, que en el fondo creo que sintoniza bastante con las inclinaciones de la mitad más más de uno de por aquí). Palabras guasas que caen como inocultables gallos verdosos en la pretensión de belleza, blancura y “doctura” de alma del grueso de esta ciudadanía.
Sobre el affaire Mona ya se había despachado ayer en estos términos: “No le debo nada a ‘la Mona’ ni a ningún cuartetero de Córdoba... nunca le pedí un baile, ni que pusiera la cara para una fiesta de cuarteto... yo no le dije que hiciera propaganda ‘amo Córdoba, pago mis impuestos’”.
Guste o no, el tipo por lo menos abre cancha para la discusión. La rata Sota, en cambio, ¿qué dijo?: “Está atravesando una situación emocional complicada. Carlitos sabe que yo lo he ayudado, siempre he estado a su predisposición, sin pedirle nada a cambio”.
Y bueno, hoy Juez tiene dos apariciones en el diario que justifican el peso cuarenta abonado al kiosquero. Primero, su respuesta a unos periodistas que se quejaron de que los hiciera esperar: “¿Se creen que yo me estoy rascando las bolas?”, les clavó la morsa, sabiendo que ni aunque así fuera dejaba de taparles bien tapadas las bocazas. O sea: a lengudos, lengudo y medio.
Por su parte legisladores radicales y peronchos, escandalizados por tamaña ofensa a sus socios del “4to. poder”, se pusieron de acuerdo para repudiar por ley los dichos del intendente.

Pero también la Dirección de Higiene Urbana de Juez se escandalizó, según me entero en otra página. En defensa de “principios morales”, sus funcionarios decidieron que se retiraran de la calle unos afiches del gatódromo The Club.
A falta de imágenes on line, se tendrán que bancar mi descripción, quevacer… Se trata de una mina rubia en bolas tendida sobre un montón de frutas, cuyas tetas están tapadas por unos chorros de algo blanco. La imagen, que según la concejala radical Dolores Becerra “es violatoria de principios constitucionales, porque se ofrece a la mujer como un objeto sexual”, va acompañada por la leyenda: “Una dieta sana incluye placer”. Qué macana que los saquen, che. En mi opinión eran de lo poco que le aportaba un cacho de alegría descarada y vital a estas amargadas calles.

Volviendo a los lengudos, en la sección Voto Cantado me encuentro con uno que no me hace reír ni medio: un tal Sebastián García Díaz, de un partido ucedeoide llamado Primero La Gente. Vi unos carteles en la calle: son una manga de sociópatas adinerados de entre 20 y 35 años, que pretenden ser tenidos por jóvenes serios, representantes de algo que llaman “la nueva política”, y de cuyas camadas anteriores surgieron (me)nenucos como Agrelo y Kammerath. Como la noticia no está on line, paso a reproducirla aquí.

El primer candidato de Primero La Gente, Sebastián García Díaz, lanzó ayer un mensaje de campaña con motivo del Día de la Primavera titulado: “A los jóvenes les digo: dejemos de pelotudear”. García Díaz cuestionó que los jóvenes estén "alucinados por el rock and roll, el cuarteto, la vira y la frula”, que usen Internet para mandarse “fotitos por el chat y mensajitos por los celulares”, que se compren “el último modelo de zapatilla” y que se corten el pelo “como el supuesto rebelde que sale en la tele”. “A muchos les conviene que no se nos pase por la cabeza meternos en la política”, sostuvo.

Y sí, García, si te vas a meter vos ya mismo me anoto entre esos “muchos”…

Pero la mala sangre, por suerte, se me corta al toque. Avanzo hacia la habitualmente tediosa sección Opinión, y me encuentro de nuevo con Luis El Lengudo, quien no conforme con lo de sus bolas, firma un desopilante texto en el marco del debate Violencia en los bailes. Lo acompañan un psicólogo social y un RRPP, que por distintos caminos llegan a la misma poco original conclusión: “los gobernantes tienen que hacer algo”. Pero lo de ellos es poco y nada relevante: mejor pasemos a la disparatada prosa jueciana.
El palabrerío apunta más que nada a llevar agua para su río, más vale, pero creo que estos primeros párrafos se destacan por sí solos:

Todos los días en esta ciudad increíble se suceden miles de acontecimientos. Sus protagonistas, 1.300.000 vecinos, se las ingenian para sacar de sus más legítimas ganas, simultáneamente, un número diverso de actividades que van de la mano muchas o se riñen a gritos desde los extremos, un montón.
Miles tienen ganas de silencio. Miles, deseos de bailar con la música a tope. Miles, ganas de caminar tranquilos, miles ganas de conducir como locos contra los que caminan despacio. Y, en el medio de ese mundo tan diverso, el Gobierno municipal reconstruye su imagen de regulador, mediador, contenedor y controlador de tanta acción urbana.
A cada mundo en actividad corresponde un mundo social. Gente de inclinaciones parecidas. Muchachos con una afinidad clarísima por los mismos asuntos. Chicas que bailan al mismo compás. Abuelos que duermen con sueños parecidos.
Esa gran ciudad de gente está loteada. En las noches de fin de semana se notan bien los universos. Brillan los de Nueva Córdoba. Los chetos van por un lado. Los rockeros por otro. Los cuarteteros por otro. Los peñeros están a la vuelta y los caminadores andan por todas partes. La paz nochera siempre es una apuesta sin garantía a que esos mundos no se toquen. A que cada uno haga lo suyo y todos puedan hacerlo tranquilos sin herir la paz tan deseada.
En estas noches, las cosas se van poniendo duras y se hace imprescindible la presencia de la seguridad y los controles de cuanto desborde se pueda disparar.
Desde hace dos años, tomamos el toro nocturno por las astas y después de decenas de reuniones con todos los actores del esparcimiento cordobés, vecinos incluidos, pudimos crear la nueva ordenanza de espectáculos públicos. Con la ordenanza 10.841 y sus 107 artículos logramos

... bla, bla, bla, acá ya empieza todo el mambo proselitista y vuelve el aburrimiento. Pero quién nos quita de la mente, entre otras, la imagen de Luis Juez ¡tomando el toro nocturno por las astas! Yo lo vi una noche haciéndolo, en la lomitería 348, y me consta que es bueno en esas lides.

Doy vuelta la página ya bastante tentado, y de pronto me encuentro con esta noticia de tintes hitchcockianos: "San Francisco les declara la guerra a los tordos". No, basta, basta por favor, imploro, paren un poco o me va a agarrar un coma de risas...
La cosa es más o menos así: parece que la pequeña urbe gringa está padeciendo una suerte de Katrina de mierda de tordos, y claro, la gente no aguanta más. Las soluciones, menos mal, no tardan en llegar: van a diseminar "figuras fosforescentes de aves rapaces" por los árboles de la ciudad para así espantar a los temibles intrusos. ¡Hechos, no palabras, carajo!

Termino con la nota sobre la Fiesta de la Primavera en Carlos Paz. Un exitazo bárbaro: veda alcohólica, diversión sana, 20 presos contra 60 del año pasado. Me detengo en una sección de fotos titulada "Una masa". En una de ellas, se ve a dos parejas desparramadas en la gramilla, besándose para la cámara. El texto comenta, cachondo:

Se han formado varias parejas. El beso es tan largo que corta la respiración de sus protagonistas y hasta de quienes los observan. Los romances que genera o potencia la primavera se reprodujeron en serie en Villa Carlos Paz. Dos parejas de Córdoba no dudaron en continuar con su tarea ante la presencia del fotógrafo.

Buenísimo, che, lástima que no pongan más imágenes. ¿Qué, se habrá prendido el fotógrafo?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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10:16 a. m.  

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