martes, julio 12

El petróleo y sus derivados siniestros


El amigo Norberto Burni (¿futuro bloguero?) ilumina un suceso reciente que dejó a oscuras y sin palabras al responsable.


El petróleo y sus derivados siniestros

No es casualidad que haya ocurrido la tragedia de Londres en medio de la reunión del G8, o sea de los ocho países más poderosos del planeta que con sus máximos representantes estaban dispuestos a ponerse de acuerdo sobre cuánto girar, de una pequeña parte de sus riquezas, hacia el pavoroso paisaje africano asolado por el hambre, el sida y la miseria máxima.
Un día antes la cotización del barril en el oeste de Texas alcanzaba el pico de 61,28 dólares y justo estallaban las bombas en los subtes y autobuses ingleses. Tony Blair decía con bronca que no nos cambiarán nuestro modo de vida, mientras que Bush no dejaba dudas de que continuará la guerra en Irak, Afganistán, en toda la región y en todo el mundo si hace falta.
El Papa, a su turno por las dudas, incrustaba su marca al atentado calificándolo como antihumano (claro que lo es) y anticristiano, como si se tornara conveniente comenzar a cerrar filas en la conformación de un futuro y posible gran frente antimusulmán. Antes, su antecesor recientemente fallecido en el comienzo de su gestión avizoraba y daba pelea contra otro gran peligro que para él y sus seguidores era el comunismo soviético.
Más allá de los modos de vida que cada nación, pueblo o país ha conseguido conformar con consumos exagerados y apropiaciones legales e ilegales de las riquezas propias y ajenas, muchas veces conseguidas en simétrica relación al crecimiento del hambre, la desnutrición infantil y pauperización de otros millones de congéneres, y además postergando el análisis inútil para averiguar si efectivamente todos los desgraciados muertos y heridos del 7J de Londres fueron cristianos, resulta urgente y conveniente comenzar a bucear un poco más profundamente en el oscuro y turbio mar del petróleo. Se trata de poner luz sobre las relaciones, circunstancias e intereses que subyacen como algunas de las causas de tan semejante y atroz acción terrorista.
Nunca estuvieron más tensas las coordenadas entre la política energética y la política en general, entre el gran poder político y económico que domina al mundo y algunos factores que se relacionan con el insumo crítico por excelencia: la energía.
Mientras los cálculos más optimistas ubican en 30 años las reservas de petróleo, en el conglomerado de los más poderosos países ninguno registra disminuciones en sus consumos energéticos, nadie ahorra o deja de consumir y, para colmo, los aún pequeños grandes gigantes India y China no disimulan su incremento en el gasto y presentan proyecciones que asustan.
La renta petrolera se puede definir como la diferencia entre el costo de producción y el valor de mercado de la unidad de consumo, por lo tanto mientras más sube el valor del barril en los mercados de Londres o de Texas, más se amplía dicha renta.
Los burgueses dueños de las más grandes petroleras, que tienen como representantes a Bush y su compadre Blair, no dejan de juntar utilidades con el destilado de petróleo y comercialización de sus casi infinitos derivados, pero miran, ansían y ya no disimulan el afán para apropiarse de toda la renta petrolera que cada vez es más grande y más importante que la propia utilidad capitalista, y no ceden en su afán por controlar un recurso que no es renovable y está cada vez más escaso. Por eso los aviones no habían dejado de sobrevolar Afganistán e Irak, y Halliburton (la compañía de Dick Cheney, vicepresidente de USA), había penetrado con las tropas y comenzaba con las obras de reconstrucción y operación de yacimientos.
En el otro rincón, los dueños de la tierra, los terratenientes, los que viven y lucran en su condición de rentistas, todos esos señores de turbantes y también con saco y corbata no parecen dispuestos a resignar semejante valor económico y magnitud de poder que se acrecienta en cada día que pasa, como la pobreza en África, cuyos habitantes habían sido convidados a protagonizar en las pantallas y en las tapas de los diarios un momento de atención para seguir un poco menos peor.
Los que perdieron evidentemente son los trabajadores y ciudadanos de a pie que dejaron sus vidas y sus cuerpos en los transportes de Londres. Ellos no podrán ver el inevitable desfile de muchos presuntos culpables en un aceitado y veloz procedimiento investigativo que vendrá. Entretanto, seguramente continuarán sin pausas la producción y consumo incontrolable de los derivados del petróleo, la contaminación del ambiente, y las derivaciones políticas de este enfrentamiento que deja su estela de muerte.

Norberto Burni
Analista de Política Energética

07/07/05