Córdoba, estómago de mi país
Si uno se sube a la terraza de cualquier edificio céntrico cordobés, alcanza a ver mínimo cuatro campanarios. Eso ha de tener que ver con que el fiambre Primatesta, aún siendo recordado aquí y allá como un tipo bastante turbio (hasta el amo Sota, ese obediente esclavo del dato de encuestas, se ocupó de tirarle algo de bosta), merezca tres días de duelo provincial.
La Voz, La Mañana, Gobierno
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