Leyendo la rolin estón
Parafraseando a Groucho Marx, que decía que el sexo sin amor es una experiencia vacía pero su favorita, se me ocurre que leer la rolin estón argentina también lo es, y una de las más feas.
Ya venía medio obsesionado desde el día que hojeé un número viejo en una mesa de saldos. Ahí había leído cómo se trataba a Adrián Suar de “loco al frente de un canal”. Hace un par de domingos, en una de esas reacciones insólitas que a veces me agarran en los kioscos de revistas, me dije: “A ver... Página no, mejor página hoy no... Qué podrá ser... La amante tá cara... El perfil no, lo compré hace un par de semanas, ya estuvo, no me interesa por ahora... ¿A ver rolin estón?... ¿Indio Solari?... ¿McCartney?... Interesante, che...”.
Cuestión que voy y la compro.
Al rato la empiezo a leer y a preguntarme por qué mierda habré comprado semejante porquería. No sólo está llena de publicidades con chicos y chicas flaquitos y bonitos (también hay una de celulares con un hisopo pegado con cinta scotch “para que prepares tus oídos”, je...), sino que las notas mismas son publicidades encubiertas. En general el discurso de esta publicación, más que informar, se empeña en sustentar mitos a esta altura vetustos, asociados al rock pero sobre todo a la fama y al poder que ésta genera. Tanto, que bastante a menudo lo que se lee parece una versión periodismo-rock de lo que hacen Caras (la fama y el dinero juntos) o Gente (y la actualidad).
Los eslogans encubiertos más habituales apuntan en general a tópicos onda “el rocker rosa-de-lejos” (costurerito que dio el gran paso) o “el rocker-feller” (vendedor de manzanas que prosperó a fuerza de lustrarlas).
Algunas frases sueltas que puede uno encontrar en este número:
“Un asado con Luciana Salazar. (...) ¿Cuánto cuesta ser el símbolo sexual de la Argentina? Mientras filma su primer programa erótico para América Latina, un día en la vida de una chica que busca aprender a vivir con la exuberancia de su propio cuerpo.”
“Cuando era adolescente, Jack White pensó en ser marine o cura. Pero poco después, asociado a su mujer, optó por predicar el blues salvaje con los White Stripes y convertirse en el último gran héroe del rock americano.”
“Armas, autos, strippers, toneladas de porro y un asesinato. ¿Cómo hizo un gordito repartidor de pizza para convertirse en un narco al frente de un imperio de 38 millones de dólares?”
“‘Es un poco temprano para decir si el tango electrónico es un nuevo capítulo en la historia del género. Yo le tengo fe, pero hay que esperar el juicio de la historia’, dice, desde su casa en París, Eduardo Makaroff, el Pollo, rockero, tanguero, músico, creador de Gotan Project, el trío que mezcló música electrónica y tango y, después de haberlo mezclado, vendió un millón de discos en todo el mundo.”
“Erica García alojó a Devendra Banhart en su casa de Los Angeles pero se muere por hacer algo con el Pity en Buenos Aires.”
Sólo una respuesta posible se me ocurre frente a todas estas citas, en serio y/o en joda: “¡Uaaauuuu, qué grosssso, maaaannn!”.
McCartney, por su parte, le dice al entrevistador que trabajar con el productor Godrich “fue bueno, porque fue como trabajar con un miembro de la banda. Fue como trabajar con... Quiero decir, es demasiado pesado compararlo con John. Porque si digo eso en Rolling Stone, es una afirmación muy fuerte”. Paul estaba al tanto del peligro al que se exponía, y así le fue. La bajada de la nota no dejó pasar la ocasión de mandar que “Paul McCartney grabó su mejor disco en más de una década. El secreto: aliarse al productor de Radiohead y Beck y recuperar el espíritu de su relación creativa con Lennon”.
Como a Off the ground, Flaming Pie, Run Devil Run y Driving Rain ni se los nombra, da la sensación de que son prescindibles. Y sí, lo son si de lo que se trata es de vender el extraordinario Chaos and creation in the backyard (2005). Pero ni por asomo se menciona lo mucho que cuentan aquellos buenísimos cuatro discos en el trayecto que conduce a este capolavoro. Quiero decir: Paul no “despertó” de doce años de letargo, sino que este nuevo disco de algún modo se veía venir. Por lo menos, así lo veo yo.
En su nota, el también entregado a sabiendas Indio Solari les dice a dos periodistas: “Sí, sí, yo compro la Rolling Stone. Y disfruto con lo que les hacen a otros, porque en realidad las estrellas de los reportajes son ustedes. Lo usan a uno para terminar diciendo lo que se les canta el quinto forro de las pelotas... Porque tienen que teatralizar y generar toda una maravilla alrededor de personajes que en verdad son bastante anodinos. Entonces terminan escribiendo bárbaro, y generan toda una especie de aura alrededor de gente común. Pero bueno, lo hacen bien, supongo que las notas son más entretenidas que la verdad”.
A continuación, muy orondos, sus entrevistadores escriben: “Es cierto. Los periodistas alimentamos mitos y tejemos tramas de misterio allí donde muchas veces no hay nada”.
Ah, bueno. Quedamo así.
Leyendo esta rolin estón me preguntaba, entre otras cosas, a qué viene esto de juntar rock con Luciana Salazar.
Me lo preguntaba con cierta indignación, con cierto deseo obtuso de que las cosas no fueran así. Pero al rato recordé mis últimas visitas a Perro Records, ex Mussnack, disquería rocker histórica de la ciudad. Mussnack antes estaba en una polvorienta galería céntrica llamada Libertad, paseo más bien populachero en el que se mezclan disquerías, boutiques, peluquerías, regalerías, librerías new age, etc. Ahora, la disquería-productora se encuentra en un sitio privilegiado de la chetísima Galería Vía Nueva, llena de sofisticadas boutiques y con un coqueto bar en su centro. Contemplando la dichosa convivencia de empleados y clientes de Perro Records con las bellas flaquitas de los locales vecinos, comienzo a tratar de ver el asunto con otros ojos.
- Sí, macho –me digo-, eso es el rock en buena medida, ¿qué te esperabas? Bienvenido al mundo real.
3 Comments:
la rolintón es cool con K, loco!
de la misma calaña que el hastiante mario pergolini y la reputa que lo reparió.
si, es una mierda... que querías? si es argentina
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