martes, marzo 16

No todas son malas noticias

Me llega el número 4 del Diario de la Historia. Lo empiezo a hojear.
Las noticias son terribles: ¡ocupación militar en América! Un reino europeo invadió nuestro continente para apropiarse de sus metales preciosos, y de ese modo enfrentar sus crisis internas.




Apenas llegan a nuestras tierras, los malvados invasores les leen a los indios un papel llamado "requerimiento", en el que pretenden...




Y aparte algo obvio, ¿nocierto?: la avidez de riquezas implica sí o sí, la explotación de los pobres nativos:




Ufffff...
Pero por suerte, hasta aquí llegan las pálidas. En la página 7 (Sección Locales) se nos informa que el Virrey del Perú mandó a un tal Jerónimo Luis de Cabrera a fundar un nuevo pueblo. Cabrera parece ser un tipo bastante más copado que otros invasores. Tan es así, que en la noticia lo llaman "don Jerónimo". Y bueno, él y su gente llegan a un sitio donde viven los comechingones, unos indios no menos copados, y con toda la pompa y circunstancia, "funda la ciudad que llama Córdoba".
La crónica agrega que "todo se realiza dentro de los protocolos seguidos en cada fundación", y pasa a detallar los pormenores del acto. Nada se dice del ya citado "requerimiento": ¿será que Don Jerónimo es tan piola y desobediente que optó por no leerlo? Quizás, quizás...
Pero detalles al margen, quedémonos con las impresiones finales del embelesado cronista:
"La ciudad está fundada. Su prosperidad dependerá de los indios que se consigan para que trabajen. Así funciona el sistema."