Ser rebusquetero II
Y se impuso una secuela de esta didáctica entrada de ya hace más de tres años. ¿El motivo? Que este fin de semana me sumé a la millonaria suma de espectadores de El secreto de sus ojos, última y menos peor película de J.J. Campanella.
Rebusquetero de aquéllos, este Campanella. Por eso el valor artístico de esta película, en la que se cuenta bastante bien una historia bastante buena, se hunde bajo el peso de horribles mercachifleadas que lleva puestas. Diálogos estirados con pavotes jueguitos de palabras o frases puestos con el objetivo de que uno los escuche y diga: “¡Faaa, qué buenos diálogos!”. Sobrecarga de palabrotas, como si perviviéramos en un 1984 de catarsis post-dictadura. Una escena que podría estar entre lo mejor de la película y termina entre lo peor del año, por tratar de abrochar la coproducción poniendo a un español (el del chumbo en la foto) a hacer de argentino. Un guiño a la historia reciente (“mejor Triple A che, el Proceso está muy gastado…”) seguramente alentado por el productor asociado Kuschevatzky, reconocido especialist námber uan en “carrera al Oscar”. Una historia de amor medio pegoteada con cinta scotch para la cartera de la dama. Y por último una coincidencia extraña, inefable, pero con un tufo a rebusqueta que noquea: Rago calvo en la peli, y ¡oh sorpresa!: Rago calvo en una publicidad de Nextel estrenada el mismo mes…
Ah pero qué actuaciones, qué planos, qué puesta de época, ¡qué fotografía!... En fin, para qué abundar cuando podemos decir: Qué Bien Hecha. Y nuestra. ¡Vamos por el Oscar que le negaron al hijo de la novia con Alzheimer!
Rebusquetero de aquéllos, este Campanella. Por eso el valor artístico de esta película, en la que se cuenta bastante bien una historia bastante buena, se hunde bajo el peso de horribles mercachifleadas que lleva puestas. Diálogos estirados con pavotes jueguitos de palabras o frases puestos con el objetivo de que uno los escuche y diga: “¡Faaa, qué buenos diálogos!”. Sobrecarga de palabrotas, como si perviviéramos en un 1984 de catarsis post-dictadura. Una escena que podría estar entre lo mejor de la película y termina entre lo peor del año, por tratar de abrochar la coproducción poniendo a un español (el del chumbo en la foto) a hacer de argentino. Un guiño a la historia reciente (“mejor Triple A che, el Proceso está muy gastado…”) seguramente alentado por el productor asociado Kuschevatzky, reconocido especialist námber uan en “carrera al Oscar”. Una historia de amor medio pegoteada con cinta scotch para la cartera de la dama. Y por último una coincidencia extraña, inefable, pero con un tufo a rebusqueta que noquea: Rago calvo en la peli, y ¡oh sorpresa!: Rago calvo en una publicidad de Nextel estrenada el mismo mes…
Ah pero qué actuaciones, qué planos, qué puesta de época, ¡qué fotografía!... En fin, para qué abundar cuando podemos decir: Qué Bien Hecha. Y nuestra. ¡Vamos por el Oscar que le negaron al hijo de la novia con Alzheimer!
3 Comments:
Quizás no la vea nunca. Con decirte que no he visto o no recuerdo haber visto a ningún hijo de ninguna novia. ¿Alzheimer? Pregunta: ¿no va siendo hora de pegarle un buen rayón al auto del "actorazo"? (de seguro es un Torino, o un R12)
Alzheimer, sí. Para más datos: Normaaleandrheimer.
Con el "actorazo" seré benévolo: hace no mucho le entraron a chorear, y a diferencia de una ex novia suya muy facha, mostró una actitud muy serena para con los amigos de lo ajeno.
creo que la ex novia facha se la agarro en una revista con el bebe contemponi, diciendo algo asi como que es Bebe es al rock lo que el paco a la cocaìna! hablando de rayones!
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