Al fin uno que lo dice

Luis Rodeiro, en La Voz de hoy:
La palabra “gestión” adquirió en esta campaña una dimensión mágica. Prácticamente está presente en todos los discursos. Evidentemente, no surge de la nada. No se trata de un “invento”. Su origen está relacionado, sin duda, con la falta de eficiencia en el quehacer político, en la distancia entre las promesas y los hechos. Pero su nueva acepción no deja de ser política y socialmente peligrosa. La utilización de palabras vaciándolas de su sentido original es una forma permanente de recreación del sistema vigente y de las ideologías sustentadoras. Baste recordar cómo la palabra “ajuste” perdió –en la etapa cumbre del neoliberalismo– su carácter original de un simple artificio técnico, para convertirse en sinónimo de exclusión social, de despidos masivos, de creación de impuestos confiscatorios. Es lo que está ocurriendo hoy con la palabra “gestión”, que aparece como atada a una distorsión, también, de la palabra pragmatismo, que promete acciones que están más allá de cualquier condicionamiento ideológico o visión teórica.
(…)
No hay razones por sobre la gestión. No se discuten los criterios de fondo que están atrás de cada acción. En este contexto, a su vez, los políticos son ahora “técnicos” y ningún pasado los puede alcanzar. Eso es lo que encierra ahora el uso de la palabra gestión. Por desgracia, borra diferencias de cosmovisiones teóricas o de valores ideológicos entre las propuestas. El “sustrato” que estará indefectiblemente en cada solución, en cada emprendimiento y sobre los que se construyen los consensos y se elabora el “nosotros/ellos”, consustancial a la democracia.