lunes, mayo 22

Del '81

Como siempre pudo preverse, el tema de los derechos humanos cobra cada vez más importancia ya que actualmente no es arriesgado expresar opiniones disidentes. Seguirá haciéndolo al difundirse y profundizarse la conciencia ciudadana de aquello que está en juego. Una de las características más interesantes de la manifestación del jueves consistió en la presencia, de uno u otro modo, de muchos jóvenes. Por lo pronto, el movimiento pro derechos humanos ha sido en buena medida coto de los ya maduros, cuando no ancianos, pero esto cambiará y el respeto por los derechos humanos bien podrá ser uno de los gritos de batalla de la generación que empieza a afirmarse. Conviene recordarnos que quienes tuvieron entre once y dieciséis años en 1976 tienen en la actualidad entre dieciséis y veintiuno, y que una proporción nada desdeñable de ellos aún no se ha visto afectada por la indiferencia cínica que se apoderó de tantos mayores en aquel tiempo atroz. Todavía son lo bastante inocentes como para creer que la gente debería estar a la altura de los ideales que declaman y, con la intolerancia propia de la juventud, son incapaces de entender cómo cualquier individuo que se precie podría vender su conciencia a cambio de seguridad personal. Han planteado a sus familiares y mayores preguntas tan incómodas como “¿Qué hiciste en la guerra sucia, papá” y no se sentirán en absoluto impresionados por respuestas como “Mantuve bien cerrados los ojos y no dije nada. Tenés que saber que secuestraban a cualquiera por cualquier sospecha, incluyendo al embajador en Venezuela del propio régimen. Nadie pudo sentirse seguro. Todos sospechaban de todos. Y de todos modos, ¿qué podía hacer? Quería ver derrotados a los terroristas y puesto que se trataba de elegir entre la ultraderecha y la ultraizquierda, opté por la ultraderecha”. Para la mayoría de los jóvenes, una declaración de este tipo resultaría incomprensible, una simplificación burda e interesada, pero fue la forma en que hasta hace poco muchos firmaban su paz privada con el mundo.

James Neilson, The Buenos Aires Herald, 18/10/81.
Recopilado en: En tiempo de oscuridad. 1976/1983, Bs. As., Emecé, 2001.