miércoles, marzo 26

Un rapto de marxismo aplicado a la coyuntura, si se me permite


En sentido estricto, “productores”, los que se les diría productores, son minoría entre todos ésos que cortan las rutas y baten las cacerolas. “Produce” el que trabaja efectivamente, es decir el que realiza una actividad destinada a un fin, que es la producción de un valor de uso, el cual en el mercado funciona como valor de cambio. Y según se lee por ahí, hay estadísticas que hablan de 2/3 de la peonada (verdaderos productores rurales) trabajando en negro, más el resto cobrando una luca promedio.
Así que mejor dicho que “productores rurales”, “empresarios del campo” o “capitalistas agropecuarios”.
Y hablando más en criollo: a Kris y su banda quizás les correspondan no sé si 100, pero sí unas cuantas decenas de años de perdón.
Addenda: Como en tantas notas de política internacional en las que no contaba todo lo que sabía (especialmente las relacionadas con Medio Oriente), el Mariano Grondona cordobés vuelve a mentir: desliza que las ganancias del campo “no son una plusvalía”. Que yo sepa, a la tierra la soja no le crece de la nada, ni el grano pega un salto y va a parar al silo cuando ya está listo, ni las vacas hacen cola para escupir la leche directa de la teta al balde, ni… No, loco, hay laburo humano, casi siempre mal pago.

viernes, marzo 14

Bob Dylan en Córdoba (II)



Había algo cinematográfico en la estampa de la banda. A tal punto que a la salida, nos reíamos diciendo que se trataba del Sr. Burns y su banda de personajes de Tarantino (o agentes Smith). Hasta había un Oscar en un rincón, sobre un parlante.
En lo estrictamente musical, eran tremendos: iban y venían cómodos por distintos géneros de la música popular norteamericana, dándole al personaje principal toda la tranquilidad como para desplegar sus canciones a gusto. Todo era muy preciso y muy mutante al mismo tiempo, y al tipo se lo veía contento. Por lo menos esa sensación daba, al final de varios fraseos, cierta mueca de algo así como una sonrisa.
Imposible determinar adónde mira Dylan mientras canta. En esa dirección había un cartel de Pepsi, pero el misterio persiste: ¿qué mira? ¿qué ve?
Que no haya respuestas es lo mejor del asunto. Imposible capturar al personaje, y justamente esa banda de expertos que lo acompaña se las arregla de diez para acompañar el misterio. Las canciones más nuevas sonaban más o menos cercanas a los discos, pero las otras, en cambio, las legendarias, más bien se subsumían en ese entramado de folk, rock, country, balada, blues, rockabilly, que estos tipos ejecutaban con una errancia por momentos casi jazzística. Y así es que sonaban tan nuevas: a partir de esa fórmula del último Dylan de hacer algo nuevo ni más ni menos que con una amalgama de ingredientes viejos.
La audiencia parecía más contenta todavía de lo que se imaginaba que iba estar. Un grupito había elegido un término por lo menos dudoso para saludar al ídolo desde un cartel: Judas, le pusieron. Lo que en otro tiempo fue un insulto, hoy quiere ser un guiño afectuoso. Confusiones que genera el misterio, igual que hace cuarenta años.
Afuera, los muchachos intentaban vender remeras, sombreros, cedés, devedés. Le pregunto a uno que conozco qué tal va la venta. Sin perder el buen humor, me dice que “un mocazo”. Claro, pienso, si ni siquiera uno mismo, con tantos discos escuchados, libros leídos, etc., consigue terminar de saber qué demonios vende Bob Dylan para que uno le compre de una, con los ojos cerrados.

martes, marzo 11

Fallidito


"Durante todo este año no habrá una sola expresión mía que tenga nada que ver con la política."

La Voz del Interior

lunes, marzo 10

Publicidades de terror. Hoy: Multicanal






Título: ?
Agencia: Kepel & Mata
Cliente: Multicanal








Uno se pregunta si este preso medio tuerto, del que se exhiben nombre, edad, número de DNI, prontuario y preferencias televisivas, es de verdad o de mentira. En cualquiera de los dos casos, de todos modos, estamos ante una asquerosa infamia.
Este aviso de Multicanal apela indudablemente a la amenaza: nos dice que si nos colgamos de un cable, compartiremos celda (y tele) con el reo Omar Enríquez. Lo que entre líneas puede leerse como que probablemente le cocinaremos, lavaremos ropa y platos, y un triste etcétera.
Algo parecido inspira el “Sonría, lo estamos filmando” de tantos cartelitos en negocios. Hablaríamos de “chiste ortiba” si ambas palabras no se contradijeran; porque la ortibeada, en el fondo, nunca es graciosa.
Medio en broma y medio en serio, la afectuosidad agresiva argentina se sirve a menudo de este tipo de gestos. Y la publicidad los adopta porque están “soplando en el viento”, como canta el vate que viene llegando.

miércoles, marzo 5


Parece que unos tipos de la ONU en Viena quieren convencer a los Gobiernos de Bolivia y Perú de que prohíban el consumo de coca.

Che, y si por esas cosas de la vida no les llegan a hacer caso… ¿por qué no intentan prohibir ésta?



La Voz del Interior

lunes, marzo 3

Mork & Méndez

Por si quedaba alguna duda, acá va una prueba de cómo la prensa no nos mide a todos con la misma vara. Al manyín éste van y lo tratan de dealer; a este otro (cliquear en foto de la derecha), en cambio, le promocionan un programa llamado Acá Tomás. ¡Chéeeeeeee...!

La Voz del Interior