martes, octubre 24

Viajando en mula

Cuestión que hace cosa de un mes le encontré la vuelta a la mula, y faaa, cómo me colgué…
Entré a bajar de todo, músicas nuevas, por supuesto, pero también otras que se me habían perdido en el remolino del tiempo, junto a los polvorientos y recontrapasadazos TDK de 60 minutos que las contenían.
Una de las más entrañables gemas reencontradas son algunos trabajos del maestro Cornelis Vreeswijk, celebridad absoluta en los países nórdicos, poco conocido en Europa, y prácticamente desconocido en el resto del mundo.
Holandés de nacimiento, Cornelis tomó el legado folk de su Suecia adoptiva y supo enriquecerlo con otras muchas vertientes musicales de su tiempo. Especialmente, algunos trascendentes géneros de la música popular norteamericana: blues, country, rock and roll.
Aquí abajo les cuelgo un par de tragos del maestro.





… y ésta es una de las cientos de imágenes del archivo “Vangelis – Discografía Completa”, completamente vacío de música.

jueves, octubre 12

Epígrafes Alternativos XIV


Los candidatos también coincidieron, previamente al saludo, en echarse un buen verdoso en las palmas de sus manos.

El castigo como forma de crianza es común en muchos países.

Indignada reacción de entidades civiles por publicidad de conocida marca de jeans.

La Voz del Interior

miércoles, octubre 4

Noche de Yom Kipur


Soy convidado una vez más a ir al templo israelita. No es un día cualquiera: es Yom Kipur, día del arrepentimiento, cuando las faltas de un año entero son lavadas y se arranca en limpio un ciclo nuevo. La cuadra está vallada y superprotegida. Entro rápido, sin tener que soportar miradas de arriba abajo ni seguidillas de preguntas molestas, gracias a que me pego un poquito más de lo normal a mi compañera paisana; como quien dice: estoy con ella, che, por favor no jodan. En la entrada recojo una kipá del montoncito que hay en una mesa, me la pongo, y pasamos. Nunca había visto el lugar tan lleno. Abajo no entra más nadie; mejor subir al pullman. No hay tanto lugar ahí tampoco, pero se puede estar parado, ver un poco, y escuchar. Está hablando el cónsul de Israel. Acaba de terminar la parte de las faltas, la complicidad y el silencio, según dice, y comienza a hablar de la tergiversación mediática que convierte a las víctimas en victimarios; de la paz; de la guerrilla asesina vs. la democracia; de la paz; de lo triste que es hablar “del enemigo” en una fecha como ésta; de la paz; de que “Occidente triunfará”, por desear... la paz. Lo escucha el grueso de la comunidad israelita cordobesa, más algunos goyim: el futuro gobernador, el arzobispo, representantes musulmanes, y otros como yo. Después viene lo más hermoso de estas ceremonias: viejas canciones judías, cantadas por un montón de niños y acompañadas por el público. Alegría, emoción: todos se abrazan y se desean shanú tová (feliz año nuevo). La salida es un tumulto de encuentros, saludos y combinaciones para ir a comer. En muchos es evidente esta ansiedad, después de un día entero de ayuno. Devuelvo la kipá, salimos con cierta dificultad, y en la esquina cruzamos el vallado. Un tipo quiere entrar y no lo dejan; dice que vive en la cuadra, y al final pasa. Atrás de él una chica de rasgos andinos dice lo mismo, pero le entran a hacer preguntas. Nos vamos escuchándola defender su derecho a circular por la vía pública.
Ya en casa, vemos una película, Private (Saverio Costanzo, 2004). Trata sobre una familia palestina a la que unos soldados israelíes le ocupan la casa. El padre de familia, un profesor de universidad, decide quedarse, no ser un refugiado. Los soldados le preguntan por qué no se va. Él contesta: ¿por qué no se van ustedes? Su esposa también le pregunta. Él le contesta: para que nuestros hijos no crezcan odiando a sus padres, ni a Israel, ni a Palestina. Como en otros relatos sobre el tema, algo está siempre a punto de estallar.