sábado, septiembre 30





¿Y al turismo mental
quién le dedica una nota, eh?








Clarín

viernes, septiembre 29

boloopers.gov


Protagonista de la semana: el fuego en las sierras, claro.
Y una gran oportunidad para el fascismo sotista, que tuvo a periodistas y público de su lado para entonar una de sus arengas predilectas: ¡a encarcelar, a encarcelar!
Como aquella vez que el esbirro Alessandri se puso a gritar para las cámaras “¡ésta, ésta es la moto del serial, miren!”, tratando de hacer creer que la había descubierto él y no la policía dos horas antes, anteayer el patetismo cobani fue sacado a relucir por el mismísimo muñeco mandamás.
Resulta que lo llevaban en auto por los caminos serranos, y oyó el rumor de que los de una pickup que iba adelante eran unos incendiarios fugitivos. Entonces mandó a que el auto los pasara y se les cruzara adelante, y que sus custodios pusieran a los pirómanos contra el paredón.
Al rato, alguien se animó y le dijo:
-Eeehh… no, gobernador… ésos no son.

La Voz del Interior

martes, septiembre 26


Ya hace más de veinte años de cuando me tocó marcar a la Pepa Brizuela, cantante de La Barra, en dos partidos de baby fútbol. Yo jugaba para el Centro Vecinal Suquía (Bo. Empalme), y él para Ferroviario Mitre. Fue un partido para cada equipo, y también fue parejo el duelo personal. Al final de cada encuentro, me acuerdo, él me saludó con la mejor onda.
Años después la Pepa se destacó como cantante en Tru-La-Lá, y más adelante lideró La Barra, suerte de Chebere en clave menemista que al parecer, después de doce años de carrera exitosa, se disuelve en marzo del año que viene.
Sin interesarme tanto como otros géneros, el cuarteto me llama bastante la atención, quizás porque en esta ciudad se lo respira, se mete en las tripas nos guste o no. Y La Barra, en mi opinión, representa el cuarteto limpito, prolijo, algo así como un hipotético fernet Liberty. El cuarteto de los chetos, melódico y producido, que una noche llegó a sonar en el Teatro del Libertador, y lo que es más asombroso aún, logró que la cúpula mayor del sotismo ocupara de buena gana los lugares que le están reservados en la tradicional sala.

martes, septiembre 19

Rockeando con The Collins Kids



Éstos son Larry y Lorrie Collins, dos hermanitos de Oklahoma que en la segunda mitad de los ’50, en plena explosión del rockabilly, se mudaron a California para ser estrellas. Después Lorrie se casó con el manager de Johnny Cash (un ningún tonto que la doblaba en edad), y se retiró de la música a los 19 años. Larry, en tanto, el gran Larry mejor dicho, se dedicó, como muchos talentos del rockabilly, a la música country. En los ’90, sin embargo, gracias a un revival del género, los Collins Kids se reunieron, y ahí andan hoy en día, volándoles el jopo de vez en cuando a sus fans en uno que otro festival.
Ésta actuación es del año 1958, con Lorrie a los 17 años, y Larry a los 15.
¿No son maravillosos?

Aquí, más videos de The Collins Kids.

You Tube

jueves, septiembre 14


El otro día escribía aquí algo sobre este guaso, y al tiempo que lo hacía, reflexionaba: esto nomás podría interesarle un pomo a alguien, si además fuera posible colgar alguna música del estimado Bert.
Bueno, al fin le encontré la vuelta. Ésta es la canción Courting Blues, grabada en 1965. Como en el caso de tantas piezas seminales del rock and roll y el blues, el tema es el amor por una adolescente, a la que se le ofrece un mundo de sensaciones y tentaciones. El ritmo sigiloso quizás evoque lo furtivo de todo el asunto, el minucioso cuidado puesto para convencer a la niña. Al igual que en las otras catorce canciones de su álbum debut, Bert interpreta Courting Blues sólo acompañado por su guitarra, frente a una portaestudio, en el departamento de un amigo en Londres.

lunes, septiembre 11

Títulos de El señor de la guerra (Andrew Niccol, 2005)


miércoles, septiembre 6

Presentación de Los días del padre y otros relatos (Sergio Gaiteri, Ediciones del Boulevard)


Mucho tiempo atrás, antes que hubiera escritura, libros y eventos que los celebran, los hombres ya necesitábamos historias que reprodujeran, que resignificasen la experiencia cotidiana. Hoy seguimos necesitándolas. Algunas nos parecerán más agradables o preferibles que otras; lo cierto es que abundan: las busquemos o no, ellas nos encuentran.
Entre todas esas historias, hay algunas que exigen un compromiso especial: son las de quienes parecen ya casi no tener voz propia, ni certeza de que en última instancia, hacer uso de ella pueda servir de algo.
El libro que aquí presentamos asume, en mi opinión, ese compromiso. En los seis relatos que lo componen, los protagonistas no ven necesidad alguna de adornar, de opinar, de sacar conclusiones acerca de lo que ocurre. Apenas si se limitan a constatar hechos desnudos, secas señales de una realidad que ya no aspiran a comprender. Y entre esos hechos, sus intentos de actuar, de intervenir, de hacer algo a pesar de todo.
Lo que prevalece, en definitiva, es un recóndito desasosiego. Las opiniones, las impresiones, los puntos de vista, pertenecen siempre a los otros. Los protagonistas, en cambio, se refugian en el rol de testigos como si no tuvieran otra elección. El humor surge de vez en cuando, pero casi no parece acompañarlo la intencionalidad: más bien se presenta como otra consecuencia de esa observación desnuda, que cada tanto aísla un hecho corriente y revela su costado gracioso. El amigo que presenta a sus compañeros de karate con nombre y color de cinturón, y el protagonista destacando que “uno era negro”. El que busca un libro para donar a una escuela, le ofrecen uno de horóscopos, y… no le parece lo más apropiado. La empleada de librería que, según el narrador, está “atendiendo a una pareja en la zona de literatura latinoamericana”.
Ironías breves, oscuras en más de un caso, que aparecen de improviso como insinuaciones de una subjetividad, de un punto de vista propio. En cambio la tan mentada “chispa” cordobesa, a menudo no tan chispeante sino bastante predigerida e intencionada, los tiene sin cuidado. Cada intervención humorística de este tenor, tanto del narrador como de los demás personajes, aparece previamente “escrachada”, revelada en su improcedencia, con frases como “hice un chiste” o “hizo una broma”.
Puede sonar incómodo, pero es lo que estos personajes tienen para ofrecernos. Varados ante una multiplicidad de opciones, han llegado por lo menos a comprender que lo que saben es muy poco, menos de lo que en otro momento habían creído saber. No hay recetas ni fórmulas para la vida en estos relatos. Sí hay, en todo caso, un laconismo que quizás, parafraseando a Chéjov, ayude a volvernos mejores por el camino de vernos tal cual somos.
Me pregunto si es posible, fuera de la literatura, encontrar voces como las que resuenan en este libro. Trato de imaginar a estos personajes contándome las mismas historias en una mesa de bar, café o vino de por medio, y de inmediato puedo verlos cohibidos por mi mirada ansiosa de definiciones, de respuestas, de claridades. Mucho menos puedo imaginarlos escribiéndolas.
Aquí es, en definitiva, donde se adivina al escritor. Fui recibiendo estos relatos por mail a lo largo de los últimos años, imprimiéndolos, leyéndolos, conociendo a sus criaturas y advirtiendo que, de algún modo, su arte se encontraba con lo que concebimos como la realidad. Veía a un vecino sacar su viejo R12 para ir al trabajo; oía, del otro lado de la tapia, a otro que compartía, en silencio, un asado con sus hijos; y tenía la impresión de estar percibiéndolos de otra manera. Sin ser los personajes de estos relatos, sospechaba que bien podían serlo, que estaban muy cerca.
Reencontrar ahora a esos personajes, por fin todos juntos dentro de un libro, me alegra por ellos. Es como si sus intemperies, y por cierto también las nuestras, se atenuaran un poco. Como si entre tanta grieta, pudiera acaso entrar algo de luz.

lunes, septiembre 4

Quevacer, muchachos...Habrá que ahogar as penas numa Isembequi...

viernes, septiembre 1

Otra candidata al Clío (...y el programa está bueno)


Ediciones del Boulevard tiene el agrado de invitar a Ud/s. a la presentación del libro
LOS DIAS DEL PADRE,
de Sergio Gaiteri,
que se realizará el martes 5 de setiembre a las 19.30 hs.
en la sala Edith Vera del Cabildo Histórico de Córdoba
(Independencia 50).

La presentación estará a cargo de Adrián Savino.

EL LIBRO
Los relatos de Los días del padre despliegan pequeños tramos de la vida de hombres y mujeres en los espacios que los determinan y a su vez les son propios. Agregar que tratan sobre seres humanos corrientes sería ingresar en una dicotomía entre lo común y lo extravagante que los mismos relatos evitan. La multiplicidad de lo real se encuentra en estas historias mediada por una observación alerta de lo más próximo, a lo que se suma una sutil prosa narrativa. Esto confiere a cada personaje y a cada conflicto un vitalismo que no reniega de la ironía, el desasosiego y una tenue tristeza.



EL AUTOR
Sergio Gaiteri nació en Córdoba en 1970. Es profesor de Letras Modernas. El presente trabajo obtuvo una mención del Fondo Nacional de las Artes 2005 en el género cuento.