miércoles, noviembre 30

Que la verdad no ofenda

Navegar blogs me conecta con todo aquello de lo que me salvo por trabajar en casa: con un vago malhumor de oficina, puesto en red. Así como existe un olor a carne y a humo artificial que se le puede agregar al bife texturizado de soja para que parezca un asadito (juro que jamás usaría un producto así; te venden humo, como quien dice), los blogs aportan el malhumor de oficina.
(sigue acá)

Existir apenas levemente

martes, noviembre 29

Perder aceite


Apelo una vez más a mis estudios de comunicación para afirmar lo siguiente: no hay definición más gráfica para esta expresión que el concepto de “disfunción” acuñado por los teóricos del funcionalismo. Al igual que la disfunción, la pérdida de aceite es un efecto no deseado de los actos propios, un retroceso de casilleros en el mejor de los casos, o una vuelta a posición inicial y hasta bruta eliminación en los peores.


Al igual que los motores con fallas de cárter, el individuo perdedor de aceite, al dejar caer la primera gota, queda entregado las más de las veces a una larga cadena de efectos no deseados. Cuando quiere arreglar el moco anterior, no puede evitar dar pista a una nueva cagada, y a otra y a otra y a otra. El fin de las pérdidas de aceite es indecidible, uno se entrega a ellas reconociéndose mero juguete de su nata condición aceitera.

Hay, sin embargo, perdedores de aceite tan consuetudinarios que, por una extraña paradoja, asumen y les es asumido su cárter defectuoso como una especie de marca de fábrica. De estos particularísimos personajes ya sabemos de antemano que su vida es un constante hacer camino al chorrear. Y de algún modo, mientras sepamos tomar las debidas precauciones, nos caerán simpáticos y hasta admiraremos su insólita capacidad de sobrevida, tan parecida a lo que más abajo llamamos “la suerte del manyín”.

lunes, noviembre 28







- ¡Qué grata sorpresa! ¡Pero si no es otro que mi amigo el conejo!

"Córdoba es una sociedad hipócrita"

Quizás no sea muy cool ni recomendable que digamos señalar una buena intervención de un político. Es como elogiar a un jugador de fútbol para que la cague en la próxima jugada.
La cuestión es que esta entrevista a Luis El Lengudo me pareció bastante buena. Primero, porque el tipo no parece consultar sus dichos con el asesor de imagen; y segundo, porque dentro de toda su cierta cautela demagógica (el loco quiere ser gobernador, quevacer...), tiene opiniones bastante más piolas que lo esperado.

La Voz del Interior

viernes, noviembre 25

Estrella fugaz

Vi una estrella fugaz anoche,
y pensé en vos.
Estabas intentando entrar a otro mundo,
un mundo que nunca llegué a conocer.
Siempre me pregunto
si al final lo conseguiste.
Vi una estrella fugaz anoche,
y pensé en vos.

Vi una estrella fugaz anoche,
y pensé en mí.
Si yo aún era el mismo,
si al final llegué a ser
lo que querías que fuese.
No llegué a la señal
o por ahí me pasé de la raya
que sólo vos podías ver.
Vi una estrella fugaz anoche,
y pensé en mi.

Escuchá el motor, escuchá la campana,
mientras el último camión de bomberos del infierno
pasa a nuestro lado, toda la gente buena reza.
Es la ultima tentación, la última cuenta,
la última vez que podrás escuchar el sermón de la montaña,
la última radio sonando.

Vi una estrella fugaz anoche,
escapándose.
Mañana será otro día.
Supongo que es demasiado tarde
para decirte todas estas cosas
que necesitabas oírme decir.
Vi una estrella fugaz anoche,

escapándose.

Bob Dylan, Shooting star, 1989

jueves, noviembre 24


En otros tiempos, nada lejanos, no eran tantos los que reparaban en el patetismo de ciertos personajes.
Me pregunto quiénes son los patéticos de mañana.

Clarín

miércoles, noviembre 23

El lapsus de la camiseta

Los menores que hoy reclaman la libertad fueron identificados, entre otras cuestiones, por la ropa que supuestamente vestían el día en que Marcos Spedale fue atacado a golpes por una patota. Varios testigos declararon que uno llevaba puesta una musculosa negra y que el otro vestía una camiseta de Talleres.
En la resolución de ayer, pareció deslizarse un lapsus futbolero en la primera de las menciones que se hace de la remera del club de barrio Jardín, cuando se agrega entre paréntesis una apostilla sobre la supuesta desaparición de la institución.
Textualmente, dice: “Vestía una camiseta de fútbol del Club Talleres (que si bien no existe, increíblemente tiene camiseta)”.
Seguramente se trató de un error involuntario o de una chanza “pirata”, tal vez, que luego alguien se olvidó de borrar. Lo cierto es que la resolución fue notificada a las partes consignando ese lapsus.

La Voz del Interior, 23/11/05
(¡Gracias Omar, ja, ja, ja!)

martes, noviembre 22

Leyendo la rolin estón


Parafraseando a Groucho Marx, que decía que el sexo sin amor es una experiencia vacía pero su favorita, se me ocurre que leer la rolin estón argentina también lo es, y una de las más feas.
Ya venía medio obsesionado desde el día que hojeé un número viejo en una mesa de saldos. Ahí había leído cómo se trataba a Adrián Suar de “loco al frente de un canal”. Hace un par de domingos, en una de esas reacciones insólitas que a veces me agarran en los kioscos de revistas, me dije: “A ver... Página no, mejor página hoy no... Qué podrá ser... La amante tá cara... El perfil no, lo compré hace un par de semanas, ya estuvo, no me interesa por ahora... ¿A ver rolin estón?... ¿Indio Solari?... ¿McCartney?... Interesante, che...”.
Cuestión que voy y la compro.

Al rato la empiezo a leer y a preguntarme por qué mierda habré comprado semejante porquería. No sólo está llena de publicidades con chicos y chicas flaquitos y bonitos (también hay una de celulares con un hisopo pegado con cinta scotch “para que prepares tus oídos”, je...), sino que las notas mismas son publicidades encubiertas. En general el discurso de esta publicación, más que informar, se empeña en sustentar mitos a esta altura vetustos, asociados al rock pero sobre todo a la fama y al poder que ésta genera. Tanto, que bastante a menudo lo que se lee parece una versión periodismo-rock de lo que hacen Caras (la fama y el dinero juntos) o Gente (y la actualidad).
Los eslogans encubiertos más habituales apuntan en general a tópicos onda “el rocker rosa-de-lejos” (costurerito que dio el gran paso) o “el rocker-feller” (vendedor de manzanas que prosperó a fuerza de lustrarlas).

Algunas frases sueltas que puede uno encontrar en este número:
“Un asado con Luciana Salazar. (...) ¿Cuánto cuesta ser el símbolo sexual de la Argentina? Mientras filma su primer programa erótico para América Latina, un día en la vida de una chica que busca aprender a vivir con la exuberancia de su propio cuerpo.”
“Cuando era adolescente, Jack White pensó en ser marine o cura. Pero poco después, asociado a su mujer, optó por predicar el blues salvaje con los White Stripes y convertirse en el último gran héroe del rock americano.”
“Armas, autos, strippers, toneladas de porro y un asesinato. ¿Cómo hizo un gordito repartidor de pizza para convertirse en un narco al frente de un imperio de 38 millones de dólares?”
“‘Es un poco temprano para decir si el tango electrónico es un nuevo capítulo en la historia del género. Yo le tengo fe, pero hay que esperar el juicio de la historia’, dice, desde su casa en París, Eduardo Makaroff, el Pollo, rockero, tanguero, músico, creador de Gotan Project, el trío que mezcló música electrónica y tango y, después de haberlo mezclado, vendió un millón de discos en todo el mundo.”
“Erica García alojó a Devendra Banhart en su casa de Los Angeles pero se muere por hacer algo con el Pity en Buenos Aires.”

Sólo una respuesta posible se me ocurre frente a todas estas citas, en serio y/o en joda: “¡Uaaauuuu, qué grosssso, maaaannn!”.

McCartney, por su parte, le dice al entrevistador que trabajar con el productor Godrich “fue bueno, porque fue como trabajar con un miembro de la banda. Fue como trabajar con... Quiero decir, es demasiado pesado compararlo con John. Porque si digo eso en Rolling Stone, es una afirmación muy fuerte”. Paul estaba al tanto del peligro al que se exponía, y así le fue. La bajada de la nota no dejó pasar la ocasión de mandar que “Paul McCartney grabó su mejor disco en más de una década. El secreto: aliarse al productor de Radiohead y Beck y recuperar el espíritu de su relación creativa con Lennon”.
Como a Off the ground, Flaming Pie, Run Devil Run y Driving Rain ni se los nombra, da la sensación de que son prescindibles. Y sí, lo son si de lo que se trata es de vender el extraordinario Chaos and creation in the backyard (2005). Pero ni por asomo se menciona lo mucho que cuentan aquellos buenísimos cuatro discos en el trayecto que conduce a este capolavoro. Quiero decir: Paul no “despertó” de doce años de letargo, sino que este nuevo disco de algún modo se veía venir. Por lo menos, así lo veo yo.

En su nota, el también entregado a sabiendas Indio Solari les dice a dos periodistas: “Sí, sí, yo compro la Rolling Stone. Y disfruto con lo que les hacen a otros, porque en realidad las estrellas de los reportajes son ustedes. Lo usan a uno para terminar diciendo lo que se les canta el quinto forro de las pelotas... Porque tienen que teatralizar y generar toda una maravilla alrededor de personajes que en verdad son bastante anodinos. Entonces terminan escribiendo bárbaro, y generan toda una especie de aura alrededor de gente común. Pero bueno, lo hacen bien, supongo que las notas son más entretenidas que la verdad”.
A continuación, muy orondos, sus entrevistadores escriben: “Es cierto. Los periodistas alimentamos mitos y tejemos tramas de misterio allí donde muchas veces no hay nada”.
Ah, bueno. Quedamo así.

Leyendo esta rolin estón me preguntaba, entre otras cosas, a qué viene esto de juntar rock con Luciana Salazar.
Me lo preguntaba con cierta indignación, con cierto deseo obtuso de que las cosas no fueran así. Pero al rato recordé mis últimas visitas a Perro Records, ex Mussnack, disquería rocker histórica de la ciudad. Mussnack antes estaba en una polvorienta galería céntrica llamada Libertad, paseo más bien populachero en el que se mezclan disquerías, boutiques, peluquerías, regalerías, librerías new age, etc. Ahora, la disquería-productora se encuentra en un sitio privilegiado de la chetísima Galería Vía Nueva, llena de sofisticadas boutiques y con un coqueto bar en su centro. Contemplando la dichosa convivencia de empleados y clientes de Perro Records con las bellas flaquitas de los locales vecinos, comienzo a tratar de ver el asunto con otros ojos.
- Sí, macho –me digo-, eso es el rock en buena medida, ¿qué te esperabas? Bienvenido al mundo real.

Falabella

- ¿Todavía estás con el tipo ése?
- Y, sí...
- ¿Pero hasta cuándo, loca?
- Qué sé yo... Yo tengo 49 y maduré hace poco; él 38 y no madura...
- ¿Y lo seguís manteniendo?
- Sí...
- ¿Por qué no usás el método Falabella, como hago yo?
- ¿El qué?
- El método Falabella: pensá en toda la ropa que te comprarías con la guita que gastás en ese pelotudo.
- Si a mí la ropa ni me calienta...
- Cierto...
- ¿Cierto qué?
- Que vos sos pinchilera, no pilchera.
- Sí. Pero no lo digás en voz alta.
- ¡Uy, perdoná!

De la tele

Crónica
01:24
21º4
NUÑEZ - FUE PRIMICIA

BALEARON A UN MURGUERO;
SE NEGO A ENTREGAR EL BOMBO

sábado, noviembre 19

Epígrafes alternativos IV

Monseñor Ñáñez insistió ayer en que hay un sistema que privilegia la concentración de la riqueza.

"En Hollywood conocí cretinos, pero como éste ninguno", reflexiona Robert Powell en la cruz.

Ayer en el Chateau, Ricardo Villa, secretario técnico de Ateliers, pensaba: ¿Quién habrá comprado el segundo pliego?

Ayer en el Chateau, el 5 campeón del '78 pensaba: ¿Iré al nocasi de Carlos Paz o al de Alta Gracia?

La Voz del Interior

viernes, noviembre 18

Taller Literario Zimmer. Hoy: Pato Fontanet













En los últimos meses, la vida del tallerista Beto Zimmermanni dio un nuevo giro... down down down. Acosado por las deudas, se vio obligado finalmente a mudarse con su ex suegro.
Beto sospechaba que desde el inicio de su viudez, el anciano había dado rienda suelta a sus más excéntricos berretines, mantenidos a raya en su momento por la finada. Chupe, putas, falopa a-gogó... en fin, nada del otro mundo tratándose de un manyín de larga data como don Ernesto. Pero lo que Zimmer descubrió, no sin espanto, es que la libertad había desenterrado las más bajas degeneraciones del viejo. Juguetes sadomaso tirados por todos lados, travestis dando vueltas por la casa y tomándole los ansiolíticos... Un desastre total. Zimmer se pasó semanas encerrado con sus libros y vinilos en la vieja pieza de su ex mujer , comiendo poco y nada, alejado del Royal y la ginebra y todo, hasta que por fin se hartó y salió de nuevo a la calle.
El día de su vuelta al bar Beto se sentó, pidió una ginebrita, y al rato vio entrar a un pibe joven de pelo cortito, barba, chomba negra y vaqueros rotos.
- Hola, don Zimmer –le dijo ni bien se sentó-, soy el Pato Fontanet de Callejeros.
Zimmermanni examinó al muchacho por un instante: lo vio demacrado y ojeroso, estresado seguramente. Revisó su diagnóstico, sin embargo, cuando Fontanet, a través de la ventana abierta, conectó remotamente la alarma de su Audi R8.
- A usté no le va tan mal, flaquito –le mandó a boca de jarro.
- Y bué, don Beto, usté vio cómo es la vida.
- ¿Se sacó la lotería, ah?
- Y, sí...
- Suerte para la desgracia.
- ¡Pare un poco, Beto, acá vine a hablar de letras, no de Cromañón!
- ¡Qué cromañón ni ñandertál ni australopitecus, macho! ¡Tus letras son la desgracia! ¡Eso sí que podría haberse evitado!
- Qué quiere que le haga, tampoco soy el Indio Solari...
- Ah, qué bueno oirseló decir. Uno lo escucha cantar y parece que sufriera de doble personalidad o algo así.
- Es duro usted, Zimmer...
- Disculpemé, pibe, así son las cosas.
- ¿Qué no le gusta de mis letras?
- Mire, no se haga mucho drama porque no es el único. Pero como letrista, yo le diría que es un excelente herrero.
- ¡Pero si yo de herrería no sé nada!
- De sentidos figurados tampoco, eso está clarísimo.
- Bueno, basta: ¿qué me está queriendo decir?
- Lo siguiente, Fontanet: a usted parece que se le ocurrieran veinte o treinta raptos de pseudolucidez porrero-merquero-birrera, y los hiciera encajar a prensazos, martillazos y soldaduras adentro de las canciones.
- Eso dolió, don Zimmer.
- Mal no le va a hacer, don Pato. Y si lo ve, digalé lo mismo a su amigo, el rosquinense Gieco.
- Ah, él me contó de usted. Dice que vino y no lo encontró.
- Aviselé que acá estoy.
- No le pegará a semejante leyenda como me pegó a mí, ¿no?
- Vea, Fontanet: le pegaré lo que deba.
- Bueno, don Zimmer, acá le dejo unos mangos, gracias por la sinceridad.
- Gracias a usté, muchacho, vaya nomás. Y cuidesé en el juicio, ¿sabe?
- ¿Cómo?
- Y... Hacerse menos el pelotudo sería una forma.
- No creo que nos deje el boga... Gracias de todos modos.
El Pato montó su fierro polarizado, y partió. El mozo Anselmo se acercó a la mesa.
- ¿Y ése quién era? –le preguntó a Zimmer.
- Uno de los Callejeros.
- Menos mal que nadie se dio cuenta, che. En cualquier momento lo patoteaban.
- Sí... Mirá: los Callejeros no entenderán nada, pero todos éstos entienden menos.
- ¿Vos decís?
- Yo digo. Salud.
- Salud.
- Servime otra, hermano. Hay efectivo.

jueves, noviembre 17

La mugre del tenis profesional, según don Omar Genovese.

Tiempo de descuento

- ¿Cómo voy a arreglar esto con la junta?
- No lo puedes arreglar. Esta vez no. No fue una pelea de cantina, o un loco tratando de prenderle fuego a alguien. Esto es algo grande.
- Cálmate. Toma otra pastilla.
- ¡Esto no es para calmarse! ¡Esto es para que corran ríos de sangre! Éstos son los viejos tiempos, los malos tiempos. Los tiempos de todo o nada. Han vuelto. No quedan opciones. Estoy listo para la guerra.
- La prisión fue un infierno y ahora será de por vida.
- El infierno es despertar todos los días y no saber qué hace uno aquí. Pero ya me salí. Fue preciso que muriera alguien amable para salir. Pero estoy fuera. Sé lo que tengo que hacer.

lunes, noviembre 14

Belgrano 2-Talleres 0


A partir del comienzo del segundo tiempo, y por unas dos horas más o menos, se deshizo una costura en mi burbuja escéptica frente al fútbol. Primero asomó la cámara, un lombote de goma que la deformó levemente, y que en pocos minutos sufrió un leve pinchazo. Así, como un vientito fresco entrando en vez de saliendo, volvían aquellas sensaciones de plenitud futbolera extraviadas hacía más o menos veinte años (sin por ello haber dejado de ir a las canchas, extraña persistencia sin mucho porqué...).
Se trataba del triunfo, pero más bien de sus consecuencias. La alegría infantil de los en general demasiado amargados y adultos plateístas. Vi a uno bajando la tribuna durante el grito de un gol, y abrazando uno por uno a los que se cruzaba. Un tarado total. Pero tan feliz. Del otro lado, los más bajaban la vista, mientras unos pocos hacían el gesto del índice o el antebrazo o el mástil de la bandera en el hoyito del pulgar y el índice.
Después del segundo gol, muchos directamente se iban. Otros, de la popu, la enfrentaban a la cana alegremente embroncados. La alegría del plateísta viendo a la hinchada rival derrotada y enkilombada, es directamente proporcional a tantas amarguras de otras tardes, mirando a la propia hacer eso mismo, o sea lo que uno haría si no fuera tan... tan plateísta, digamos.
La humorada cretina del momento era decir: “Ah, yo a Campodónico siempre lo banqué”. Tanto que lo habían putiado, todos lo sabían, por eso el chiste les causaba tanta gracia y se lo repetían unos a otros.
Hacia el final, los papelitos en la popular de Talleres empiezan a arder. El viento expande el fuego y muchos aprovechan para irse. Algunos, en cambio, se arriman a la baranda del foso y eligen quedarse ahí, presentes, firmes entre la derrota y el fuego.
Termina el partido. Alguien inventó una copa para el ganador y los jugadores se ponen a dar una vuelta olímpica. Al lado mío, un adolescente les grita a los del otro lado: “¡Vieron, putos: salimos campeones!” Qué manera de mandar cualquiera, pienso, tan contento como él.
Los botones cazan a un pibe que había entrado a la cancha. Lo llevan agarrado de las cuatro extremidades para el lado del túnel . En el estacionamiento, hay gente alrededor de un viejo medio desmayado, redondo en el piso ardiente, dándole aire y pidiendo ayuda. Parece que un pibe le afanó el celular. Un heladero echa agua fría de su conservadora de telgopor en las cabezas de los que se prestan. “¡No, a vo no –le dice a uno-, vo so rubio! ¡A lo negro nomá!”.
Saliendo del chateau, el embotellamiento más feliz del mundo.
Todavía me sorprende, este deporte de locos...

sábado, noviembre 12

La entrada del 27/9, “Hablar de música es como bailar de arquitectura”, ha recibido un nuevo y bienvenido comentario del periodista Eduardo Fabregat.

jueves, noviembre 10

Microbollofobia

Nueva manía urbana que lleva a los conductores a pisar enloquecidamente el acelerador bajo cielos encapotados, buscando un techo fraterno.
Por mi parte encontré un árbol enorme acá a media cuadra.
Uf...

Actualidad obscena

Tres hechos suscitaron la atención de esta redacción en los últimos días. Presumimos pertenencia de sus protagonistas a las categorías exploradas en las dos entradas anteriores.

- Un individuo se pajeaba de lo lindo en su auto, estacionado cerca de una esquina de barrio San Martín. Fue botoneado automáticamente por una transeúnte que pasaba. Fuentes policiales aseguran que el hombre logró consumar el hecho antes que llegaran los uniformados. "Y sí, se le fueron las cabras, nomás", afirmó off the record otro testigo presencial.

- Otro, totalmente en bolas, se manguereaba a metros del Hospital San Roque, en pleno centro de la ciudad. Aclaramos que con “manguerearse” nos referimos a que se echaba agua con una manguera; nada que ver con la actividad del sujeto anterior.

- Continúa sobre rieles la organización del maratón nudista de Tanti. Algunos vecinos, encolumnados detrás del cura del pueblo, se oponen. Otros se hacen los boludos, a ver si el evento ayuda a combatir el desesperante piojo de temporada baja.

Seguiremos informando tarde o temprano.


La Voz del Interior

martes, noviembre 8

Ser tusán


Este mote es acaso menos conocido, aunque quién sabe. Quizás esté en plena expansión, con ese sigilo con que se difunden las costumbres orales hasta que de pronto las usa no sé, Tito Roldán, y boom, ya están en boca de casi todos y al poco tiempo no las soportamos más.

El origen es Tu Sam, nombre de un celebérrimo mentalista argentino que ya no está entre nosotros. (Su hijo sí está, pero al paso que va es posible que no por mucho tiempo.) Preferí usar esta versión más coloquial porque es así como se usa el término en mi entorno. Aparte de que la ene se impone en derivados como “tusanazo”, “tusanoide”, “tusanillo” o “tusanesco”.

Así que olvidemos la sigla “Técnica, Unción, Sabiduría, Amor y Mística”, que daba nombre al personaje original. Aquí no se trata exactamente de esos dones, si bien su finado portador es sin lugar a dudas uno de los más claros exponentes de lo que hablamos cuando hablamos de un tusán.
Sin embargo, quizás los haya más claros todavía...

Pero pensemos un poco: ¿qué vendría a ser un tusán?
No es fácil dar con la definición. Hay inconfundiblemente un elemento kitsch en el concepto, esto es: un tusán es grasa. Finalísima del Humor, por ejemplo, era un programa no grasa, ultragrasa (conducido por el también finado Simmons, tusán de aquéllos), en el que a menudo se presentaba Tu Sam. Y ahora que me acuerdo, a ese programa iban unos cuantos tusanes...

Pero sigamos con esta filología de entrecasa. El tusán es un grasulín, cómo no, pero... cómo decirlo... Un grasulín que lleva su grasulinismo con cierto orgullo, cierta elegancia, cierta autoconciencia que funde alquímicamente al ridículo con una suerte de dandismo bizarro. Todo eso con algunas pizcas de manyinaje (al que ya nos referimos), desparpajo, patetismo, caradurez, decadencia, y especialmente en los casos más célebres, un incontenible afán megalómano.

sábado, noviembre 5

Ser manyín

El término tiene indudablemente una raíz italiana, pero su lunfardesca terminación lo revela como localismo. Me pregunto si, como tantas expresiones de su tipo, tendrá acaso un origen carcelario. Como dicen los salvadoreños: a saber.
Por mi parte puedo asegurar que la escuché por primera vez de boca de un mendocino de Gral. Alvear. Después pasaron años hasta que volvió ya para quedarse, a través de amigos riocuartenses.
O sea que en lo geográfico, le adivino un origen mendocino y un trayecto seguramente cuyano, ya que para llegar hasta el mentado Imperio sureño ha tenido por fuerza que atravesar San Luis. Y el resto lo hicieron los riocuartenses venidos a estudiar en Córdoba.
¿Pero qué es ser manyín? Vaya, vaya...


Es el tipo de expresión que uno utiliza una y otra vez (como teniendo bastante idea sobre de qué va), pero probablemente se empantane a la hora de intentar definirla.
A partir de prolongadas reflexiones sobre la cuestión, tanto en soledad como conversadas (y siempre manyinescas, hay que decirlo), va una primera y poco pretenciosa aproximación al concepto.
Ser manyín es algo así como aficionarse sin retorno a la más o menos amplia gama de disipaciones que ofrece la vida. Se trata de un gesto esencialmente improductivo al que toda persona es proclive aunque en ocasiones no lo parezca. Por supuesto que los tipos de manyinaje son muchos y variados. Un caso frecuente de ver es el del manyín part-time, habitué de asados o de terceros tiempos de fútbol 5. Pero también hay casos más particulares, como el de quien se entrega de lleno a un destino de manyinaje, quedando a merced de una fortuna más bien caprichosa. Hay ocasiones en que ese apartamiento de la sociedad y su trama de convenciones conduce a situaciones lisa y llanamente extremas, como el vagabundeo o los vicios. Pero hay quienes señalan, no sin fundamento, que ésos no son genuinos manyines; que existe algo llamado “la suerte del manyín”, un chaplinesco don por el cual el personaje sale indemne de las situaciones más absurdas y peligrosas sin que siquiera él comprenda cómo diablos fue que lo logró.

En fin, me he ido por las ramas y así y todo queda mucha tela por cortar. Quedan picando, por ejemplo, casos como el del “manyín encubierto”, o la cuestión del género, esto es, si se puede asignar esta particularísima condición a una mujer (a mí por lo menos, “manyina” no me suena para nada).

viernes, noviembre 4

Datero

- Cómo están las minas, ¿ah?
- Uf...
- Y, volvió el calor...
- Yo no sé qué voy a hacer. Cualquier día de éstos choco el auto por mirar una.
- Hay un montonazo de choques por mirar minas.
- No digás.
- Fuera de joda. Más que por el chupe.
- Mierda...
- Así es... ¡Ah, y te cuento otra!
- Dale.
- ¿Sabés cuál es el choreo que más se da en los countries?
- No.
- Los pendejos.
- ¿Qué pendejos?
- Los hijos de los que viven ahí.
- ¿Cómo?
- Los padres no les dan guita para droga, y entonces van y les afanan.
- Mirá vos.
- Me lo contó un profesor de historia. Zarpado total, ¿nocierto?
- Jajaja...
- Jajaja...

jueves, noviembre 3

La guita bien ganada de Steven Adler


–¿Por qué te considerás con derecho a hacer versiones de Guns N’ Roses?
–¿Leíste los créditos de las canciones? Escribí algunas de ellas. El 99 por ciento de la música, no de las líricas, lo hicimos entre todos. Axl, Izzy, Slash, Duff y yo. Eso sí, en la semana en que escribieron Use your illusion, sólo pude tocar una canción. No pude componer ninguna.
–¿Te sentís un Pete Best de Guns N’ Roses?
–Ese fue el batero de los Beatles que se perdió todo, ¿no? La diferencia es que mi música, mi toque está en
Appetite for destruction. Estamos conectados, en algún punto, porque a él también lo echaron del grupo. Alguien nos cagó, pero yo no terminé tan mal. Después de que me expulsaron, toqué con músicos increíbles. Lo único que realmente extrañé fue a mi gran amigo Slash.
–¿Tus ingresos todavía vienen de Guns N’ Roses?
–Claro. Recibo el 15 por ciento de todo lo que genera
Appetite for destruction. A Slash, Izzy y Duff, les toca el 20 y a Axl el 25, porque fue él quien hizo las letras. El 15 por ciento de 85 millones es mucha plata, ¿no?
–Sí, claro.
–Bueno, con eso vivo.


Entrevista en La Voz del Interior

miércoles, noviembre 2

2 editoriales

I) El indulto (12/10/1989)

El reciente indulto presidencial, que beneficia a militares y civiles procesados (los primeros por violaciones a los derechos humanos y los segundos por subversión), a los miembros de la junta militar que condujo la guerra de Malvinas, a los oficiales y suboficiales que protagonizaron amotinamientos en el Ejército (Semana Santa, Monte Caseros y Villa Martelli) y a quienes participaron en el intento de copamiento del Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, es una decisión que aspira -según lo ha dicho el jefe de Estado- a ser un paso hacia la reconciliación nacional.
Resulta loable, meritorio y digno de apoyo el propósito del Presidente, quien para tal fin ha ejercido una de las atribuciones conferidas por la Constitución nacional al Poder Ejecutivo, que "puede indultar o conmutar las penas por delitos sujetos a la jurisdicción federal, previo informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de acusación por la Cámara de Diputados" (art. 86, inc. 6to.). No ha quedado en claro, sin embargo, si el camino elegido es apropiado para lograr el reencuentro de los argentinos.
Una república se inspira en principios jurídicos y éticos, uno de los cuales establece la división de poderes y la potestad de la Justicia para juzgar a las personas y dictar sentencia en todos los casos que hubieran sido sometidos a su consideración. Lo ideal, sobre todo desde el punto de vista moral, es que la facultad constitucional del indulto hubiera sido ejercida en aquellos casos en los que hubiera habido sentencia firme de los jueces. De lo contrario queda la duda sobre si quienes estaban procesados y fueron indultados eran culpables o inocentes ante la ley. El sentido ético del acto de administrar justicia corre el riesgo de ser empañado por esta duda.
Desde hace más de una década este diario viene clamando por la reconciliación nacional. Pero siempre, desde sus páginas, señaló que ese designio requería una secuencia temporal: primero la verdad, después la justicia y finalmente el perdón. Un acto de indulgencia sin que antes se haya probado la culpabilidad o la inocencia de los juzgados parece carecer de sustento ético.
Las inexplicables e injustificables demoras en el juzgamiento a militares procesados por violaciones a los derechos humanos tal vez hayan dado pie a este error, pero no lo exculpan. Como tampoco resulta convincente el indulto a quienes intentaron el copamiento del Aeroparque, por tratarse de un hecho demasiado cercano en el tiempo y porque no puede ser considerado, desde ningún punto de vista, un episodio interno del Ejército o de las Fuerzas Armadas. Fue, como lo entendieron los jueces, un acto de rebelión. Pero, como queda dicho, el propósito del presidente de la República resulta encomiable. Falta ahora que los beneficiarios del indulto contribuyan -con su silencio y su conducta- a la paz de los argentinos. La palabra indulto es sinónimo de la palabra perdón. Una sociedad puede perdonar, aunque no pueda ni deba olvidar, ya que el respeto por la verdad histórica y el ejercicio constante de la memoria colectiva son instrumentos morales para evitar que en el futuro se repitan las ignominias del pasado.


II) Hacia el fin de la impunidad (29/10/2005)

La decisión de la Cámara Federal de Córdoba que declaró la inconstitucionalidad del indulto concedido en su momento por el ex presidente Carlos Menem a militares acusados de graves violaciones a los derechos humanos constituye un positivo avance en la construcción de una cultura que destierre de sus hábitos la injusticia esencial de la impunidad.
La medida puede ser apelada por los letrados de quienes fueron encausados por hallárselos incursos en delitos de lesa humanidad durante la década de 1970, y una decisión en tal sentido encuadraría perfectamente en el precepto constitucional de la legítima defensa en juicio. De eso es, precisamente, de lo que se trata. Una sociedad consciente de su dignidad no puede dejar impunes el secuestro, la tortura y el asesinato, por el hecho de que hayan sido perpetrados en nombre del estilo de vida occidental y cristiano o de la construcción de una patria socialista. Pero debe garantizar un juicio justo a quienes los hayan consumado. El juicio justo del que carecieron sus víctimas.
En su marcha de centurias, la humanidad lucha con ahínco por instalar en la conciencia de todos el concepto de que no se mata una idea: se mata a un ser humano; es decir, se perpetra un crimen de lesa humanidad. (...)

(Acá, el texto entero.)


La Voz del Interior

martes, noviembre 1

Sucedió en un colegio israelita

- Pero mora*, yo no entiendo: ¿cómo se puede borrar un país del mapa si ya está puesto? ¡Con goma por lo menos no sale, mire, mire!

*seño
Aún no queda claro quién sería la destinataria de los dichos de la primera dama
Cristina Kirchner reclamó que “las viejas chotas casadas con traficantes de drogas den un paso al costado”

La senadora electa por la provincia de Buenos Aires, Cristina Fernández de Kirchner, aseguró que ella y su esposo, el presidente Néstor Kirchner, encabezan un recambio generacional en la política argentina” y pidió a los viejos dirigentes que tengan “la dignidad de reconocer que su ciclo está cumplido”. “Y lo digo sobre todo por esas viejas chotas teñidas de rubio casadas con narcotraficantes del conurbano, que alguna vez llegaron a puestos importantes del Estado, como presidentes de la República”, completó, desafiante.
Todo era felicidad en el búnker del Frente para la Victoria, en el Hotel Intercontinental. La primera dama celebraba su triunfo ante el tradicional “aparato” del peronismo bonaerense, en compañía del ex intendente de La Matanza, Alberto Balestrini; del intendente de Merlo, Raúl Othacehé, y del ex intendente de Moreno, Mariano West. Un periodista de un medio partidario (casi todos lo son en estos días) le pidió definiciones acerca del nuevo mapa político que se desplegaba en la Argentina a partir del 24 de octubre. Cristina no tuvo pelos en la lengua.
“Es evidente que un ciclo llega a su fin. Me refiero al de esas viejas chotas que se sacaron los ruleros para dedicarse a la política porque se lo ordenaron sus maridos narcotraficantes y mafiosos del conurbano. A esas viejas chotas les ha llegado a hora de jubilarse, dedicarse a atender a los nietos y dejarse de romper las pelotas de una vez y para siempre”, observó. “Claro que para eso tienen que tener grandeza, así como grande es la edad que tienen y grande es la paliza que les hemos dado el domingo. Los bonaerenses han respaldado un proyecto de país que está cambiando a la Argentina, y en este sentido las dirigentes de piel reseca que le cambiaban los pañales a la compañera Evita no corren más”, aseguró. Consultada acerca de las posibles destinatarias de su mensaje, Cristina se negó rotundamente a dar nombres. “Una cosa son las definiciones políticas y otra muy distinta los agravios personales, en los que me niego a entrar. Además, yo no discuto con las personas muy mayores mantenidas por sus esposos gángsters”, señaló.

El chichoduhaldismo no se dio por aludido
“Yo no sé de quién habla esa señora santacruceña Cristina Fernández de Kirchner: si sabe de la existencia de dirigentes mafiosos y narcotraficantes, le pido que los denuncie con nombre y apellido ante la Justicia. Tampoco sé muy bien a qué se refiere cuando habla de ‘viejas chotas’: yo no conozco ninguna, aunque sí conozco a más de una veterana que se hace la pendeja. De lo que sí estoy segura es de que hay que acabar con las tilingas que se compran carteras Louis Vutton y relojes Rolex de diamantes con el dinero de los contribuyentes, porque ésas les hacen mucho daño a las instituciones democráticas y a las tarjetas de crédito que les regalan las compañías petroleras cuyos intereses representan”, opinó Hilda Chiche González de Duhalde.


Revista Barcelona, Nro. 68